FERNANDO GONZÁLEZ GORTÁZAR

SOCIEDAD, CULTURA, CIUDAD

autor

Romain Roy-Pinot

 

El 7 de octubre de 2022 murió el arquitecto jalisciense Fernando González Gortázar. Nació en la Ciudad de México en 1942 pero pasó toda su infancia y carrera académica y profesional en Guadalajara; se formó como arquitecto en la Universidad de Guadalajara y realizó estudios de estética y sociología en Francia.1 Además de arquitecto, fue también reconocido como escultor y escritor; es un referente fundamental de la arquitectura, el urbanismo, la obra plástica, y de la escultura especialmente, de México y el mundo. Su legado abarca también su pensamiento crítico a través de sus escritos, la reflexión sobre su proceso creativo y su amor por la música mexicana, la naturaleza y una manera de entender la ciudad.2

Se entiende que la obra de González Gortázar –principalmente en Guadalajara– se inscribe en una dinámica nacional de producción escultórica de dimensión arquitectónica y urbana, que responde a nuevas dinámicas socio-culturales. Como lo hemos tratado en el artículo “Monumental, Dimensión pública de la escultura. 1927-1979”, la Ruta de la Amistad, el Espacio Escultórico o las Torres Satélite,3 entre otros, dieron una definición más amplia de la idea de “arte público”; y el trabajo de González Gortázar en Guadalajara responde claramente a este nuevo paradigma en la labor de hacer ciudad.

 

1. — González Gortázar, F. (2014) Arquitectura: Pensamiento y Creación [Biografía introductoria], Fondo de Cultura Económica.

2. — Mallet, A. E.Secretaría de Cultura (2022, 7 de octubre) Fernando González Gortázar, arquitecto, escultor y pensador, renovó la concepción del urbanismo [comunicado] Gobierno de México.

3. — cabe indicar que Fernando González Gortázar co-escribió con Federica Zanco el libro Las Torres de Ciudad Satélite publicado en 2014 por Arquine.

 

Fernando González Gortázar,
© El Informador | Archivo

 

Este artículo se basa principalmente en el libro Arquitectura: Pensamiento y Creación, cuya publicación en 2014 se inscribe como la bitácora de diez sesiones que el arquitecto impartió a estudiantes de la Facultad de Arquitectura de la UNAM,4 en el marco de la Cátedra Extraordinaria Federico Mariscal, entre agosto y octubre del 2000. He conservado el título de la cátedra: sigo creyendo que de cosas tan dispares como el pensamiento y la creación, el cerebro y el alma, nace la arquitectura.5 Este documento se impone como una referencia mayor para entender la manera de conceptualizar del arquitecto ya que al iniciar sus sesión fue el primero en admitir que tuvo así la oportunidad de hacer una revisión, de ordenar y cuestionar una serie de ideas que se han acumulado a lo largo de [su] vida y que posiblemente, sin esta oportunidad, hubieran quedado dispersas para siempre.6 Este artículo se estructura alrededor de tres “conceptos” claves en la producción del arquitecto: Sociedad, Cultura y Ciudad; tres vértices sumamente ligados y que se responden entre sí.

4. — cabe mencionar que más allá de contar con una audiencia de profesores y estudiantes en arquitectura, “había igualmente docentes y estudiantes de artes plásticas, ingeniería civil y filosofía, amas y amos de casa, profesionistas varios, y hasta un banquero.” [Comentarios Preliminares y Pertinentes]

5. — González Gortázar, F. (2014) Arquitectura: Pensamiento y Creación [Comentarios Preliminares y Pertinentes], Fondo de Cultura Económica.
6. — ibid.

 
 

 

sociedad.

 

González Gortázar estaba convencido que la arquitectura nos atañe y debiera importar a todos.7 Para él, los arquitectos y las arquitectas tienen una gran responsabilidad en la labor de hacer ciudad y por lo tanto de contribuir a la resolución de los problemas de desigualdad social. ¿Debe la arquitectura reflejar o servir a una realidad social que sea ofensiva o por lo contrario, debe sublevarse, negarse a acatarla, y tratar de modificarla en los cortos alcances de nuestro oficio?8 Esta reflexión vale tanto por la dimensión urbanística de la arquitectura como por su impacto doméstico y socio-cultural. La arquitectura no puede ser ajena a la sociedad y a la política, sino al contrario: lo social y lo político son dos de sus más altas dimensiones.9 En el trabajo urbano-escultórico de González Gortázar, el público es parte de la propuesta espacial; como es el caso de la Gran Puerta (Guadalajara, 1969) o de la Plaza Fuente (Guadalajara, 1979), dos invitaciones para los peatones. De cierta forma, en el espectro de sus épocas respectivas de construcción, estos proyectos representaron un avance en las nuevas maneras de hacer ciudad y de involucrar a los ciudadanos. En realidad, el movimiento del espectador como fuente infinita de enriquecimiento del espacio arquitectónico es algo que está en pañales.10 Por lo tanto, lo que se hace evidente en proyectos de la época, se seguían privilegiando un “arte público” de carretera, principalmente apreciables desde el coche, como la Torre de los Cubos (Guadalajara, 1972) o la Gran Espiga (Ciudad de México, 1973).

7. — González Gortázar, F. (2014) Arquitectura: Pensamiento y Creación [Comentarios Preliminares y Pertinentes], Fondo de Cultura Económica.
8., 9. — ibid. [cuarta sesión]
10. — ibid. [cuarta sesión]

 
 

la Gran Puerta,
Guadalajara, 1969.
© mural.com.mx

la Plaza Fuente,
Guadalajara, 1979.
autoría no determinada

 

Por otra parte, a escala propiamente arquitectónica, González Gortázar plantea la arquitectura como una extensión del individuo. La arquitectura no sólo nos da la eternidad y el cobijo, sino que de hecho es nuestra segunda piel, la burbuja dentro de la cual transcurre nuestra vida, incluso en los sitios menos urbanos y en las sociedades menos evolucionadas. La arquitectura siempre está presente y nos da lecciones, buenas o malas.11 Por lo tanto, más allá de su contribución en la labor de hacer ciudad de una manera más inclusiva, la arquitectura puede generar impactos sociales a escala doméstica. En la vivienda popular es donde la justicia y el talento de los arquitectos tiene que florecer; ahí es donde en lo mínimo se tiene que dar lo óptimo y a la gente que no tiene nada se le puede dar, por lo menos, el lujo del espacio arquitectónico, el lujo de la dignidad donde se vive y el lujo de la luz.12 El arquitecto vive también la arquitectura como un deber social, que contribuye, a su escala, a mejorar las frecuentes desigualdades socio-económicas que repercuten en la producción de espacios. En cualquier lugar y circunstancia, pero más en un país como México, nuestro reto es hacer gran arquitectura hasta con un tejaván. Si no somos capaces de esto, no estamos respetando la dimensión social de la arquitectura, ni entendiendo en qué tipo de comunidad actuamos.13

11. — González Gortázar, F. (2014) Arquitectura: Pensamiento y Creación [Primera sesión], Fondo de Cultura Económica.

12. — Facio Salazar, C. (2012). Entrevista a Fernando González Gortázar. Bitácora Arquitectura, (4), 22–29.

13. — González Gortázar, F. (2014) Arquitectura: Pensamiento y Creación [Cuarta sesión], Fondo de Cultura Económica.

 

la Gran Espiga,
Ciudad de México, 1973.
© El Universal

la Torre de Cubos,
Guadalajara, 1972.
© El Informador | A. Navarro

 

Por lo tanto, en la cuarta sesión de su cátedra, González Gortázar afirma que es también responsabilidad del arquitecto rechazar los caprichos arquitectónicos que contribuyen a un desequilibrio socio-urbanístico. También debe decir la verdad en cuanto a la realidad económica, no sólo la de su propietario o patrocinador, sino la del contexto social: no porque el dueño pueda invertir cifras astronómicas para satisfacer su vanidad se tiene derecho de insultar a la comunidad restregándole en la cara la injusticia, las diferencias entre los que tienen y los que no. Esa arquitectura "prestigiosa" que parece necesitar de todo el oro del rey Midas para existir me parece moralmente inválida. Creo que cuando se rebasan ciertos límites razonables del costo, de exigencias técnicas o de cualquier otra cosa, no hay valores estéticos, funcionales o de otro tipo que puedan paliar la inmoralidad central del derroche. Esto es algo muy importante para mi manera de entender la arquitectura y la sociedad, especialmente (aunque no sólo) en un medio como el nuestro.14 Por consiguiente, González Gortázar defiende una arquitectura de la economía, más justa y transparente: una más de las verdades que debe expresar la arquitectura son sus materiales y su sistema constructivo. La relación de la estructura y los materiales con la forma, la función y la escala debe ser sensata y, otra vez, natural, sin forzar el esfuerzo de los calculistas, constructores e inversionistas a niveles excesivos.15

14. — González Gortázar, F. (2014) Arquitectura: Pensamiento y Creación [Cuarta sesión], Fondo de Cultura Económica.
15. — ibid.

 
 

 

cultura.

 

González Gortázar ejerció mayormente en Guadalajara, pero cuenta con algunas obras en otras partes de México, así como en España y en Japón. La noción de cultura fue por lo tanto un factor importante en su manera de diseñar. Yo desconfío siempre que escucho hablar de culturas nacionales, cuando por nación se entiende país. En cambio, creo muchísimo en las culturas nacionales cuando por nación se entiende grupo humano; por ejemplo, la "nación zapoteca" y la "nación maya", dentro de México, tienen formas que han venido evolucionando en contacto con el resto de la nación, pero que conservan una personalidad propia y distinta. Esta es una de las riquezas del mundo.16

Tapatío desde su infancia, González Gortázar aceptó la propuesta de Felipe Leal de dar la cátedra Arquitectura: Pensamiento y Creación (a una audiencia capitalina) gracias al argumento que era importante que hablara de mí y de mi quehacer, porque provengo y pertenezco a una cultura distinta a la de mis oyentes. Esto me pareció válido: soy el primer convencido de que las culturas regionales [...] existen como un matiz y son un tesoro.17 Si la obra de González Gortázar responde a un movimiento general en términos de nuevas aspiraciones espaciales –de dimensión a la vez arquitectónica, espacial y urbana–, su intención nunca ha sido de seguir esta búsqueda de “identidad nacional” a través de una reinterpretación de una herencia cultural generalizada. Para él, definir “lo mexicano” es un ejercicio sin sentido. Desde luego, es absurdo pretender definir o limitar qué es "lo mexicano": es algo que no se puede demostrar, pero sí mostrar. Es decir, hay cosas que identificamos con nosotros, obras artísticas "cultas" y populares, hábitos, giros del lenguaje, gustos culinarios, muchas cosas en las que nos miramos y nos reflejamos. Las piezas artísticas excepcionales muestran que eso "mexicano" no hay que buscarlo en los museos ni en los ballets folclóricos, sino que es algo que nace, se rehace y se renueva siempre, que está con nosotros cada instante.18

16. — González Gortázar, F. (2014) Arquitectura: Pensamiento y Creación [Sexta sesión], Fondo de Cultura Económica.
17. — ibid. [Comentarios Preliminares y Pertinentes]
18. — ibid. [Sexta sesión]

 
 
 

La columna dislocada (1989),
Gran Premio Henry Moore VI edición (Bienal de escultura del Museo al Aire Libre Utsukushi-ga-hara)
© musa.udg.mx

Resumen del Fuego,
foto de la exposición de Fernando González Gortázar, presentada en el MUSA, entre 2013 y 2014.
© Tenochturismo

 

"Hay algunos arquitectos que he leído o me han dicho directamente que les importa "ser mexicanos", que lo intentan afanosamente y quieren hacer una arquitectura "nacional". Uno muy prestigiado me dijo un día: "¡Descubrí que la línea curva puede ser mexicana!" Si lo buscan es porque ser mexicano les parece mejor que ser australiano, por ejemplo. Si uno les preguntara por qué te interesa ser mexicano, probablemente responderían: porque lo soy. Ese afán declarado me parece un error de planteamiento: no es posible perseguirlo como programa, y reducir inevitablemente esa idea a una serie de estereotipos, de preconceptos y fórmulas que quieren ser ejemplares, algo así como un "manual para ser mexicano". [...] Ese nacionalismo epidérmico, ese patrón superficial y a fin de cuentas falso no puede sostenerse. [...] Hay tantos mexicanismos como mexicanos, tantas interpretaciones como personas. Y ésta es la única que me parece válida: aquella que no reside en algo ajeno a uno, sino en lo que uno mismo es."19

19. — González Gortázar, F. (2014) Arquitectura: Pensamiento y Creación [Séptima sesión], Fondo de Cultura Económica.

 

Fuente de las Escaleras,
fuente realizada en 1987 en Madrid, España.
© Memorias de Fuenlabrada

 

Por lo tanto, para el arquitecto, la cultura es un proceso orgánico que sigue el ritmo de la adecuación constante de las tradiciones a nuevas manifestaciones sociales. González Gortázar plasma la tradición como una suma de modernidades y, por tanto, como encarnaciones de cada estadio de la historia, teóricamente debía salvarnos de esa actitud de privilegiar una modernidad mal vivida o vivida a medias. En realidad, el sentido lineal del tiempo que planteó la arquitectura moderna, la idea de que la evolución de las culturas es un proceso continuo y en línea recta, es totalmente ajena a la verdad. En la cultura todo vuelve y se reinventa, y es al mismo tiempo nuevo y antiquísimo; es el tiempo circular en el que todo gira.20 Por lo tanto, en vez de querer encajar con ella o apropiarse conceptos del pasado, la única manera legítima y válida de insertarnos en la tradición, de formar parte de ella, es incorporándonos a ese movimiento, partir del paso número cien que se dio ayer para dar hoy el ciento uno y mañana el ciento dos. La tradición es como un estante en el que cada persona o cada generación va añadiendo un nuevo libro conteniendo la visión de su momento.21

En uno de sus textos específica que el estadío de Barcelona fue irremediablemente definido por el “estilo de Gaudí”: cuando uno va a Barcelona, se topa frecuentemente con edificios que no son de Gaudí pero que son Gaudí, que pertenecen a una cultura de la que Gaudí fue cumbre.22 Por lo tanto, de la producción y audacia de un arquitecto –aunque influenciado por el contexto mismo– toda una ciudad afirmó su estilo. ¿No sería irremediablemente eso lo que da luz o al menos el primer paso a la definición de cualquier cultura? González Gortázar hace el paralelo con el caso de México: lo mismo se puede decir de Barragán: fue la cumbre de una montaña formada por múltiples talentos.23 Y, la obra de González Gortázar es sin duda la herencia de muchos conceptos espaciales y lenguajes estéticos de Barragán.

Por lo tanto, para González Gortázar, la noción de “identidad nacional” es intrínsecamente contradictoria. Qué extraño es esto de la identidad. Si queremos hablar de las artes mexicanas, y nos preguntamos cuáles son los creadores contemporáneos que más nos han dado señas de identidad con su trabajo, seguramente muchos pensaremos en Rufino Tamayo para la pintura, en Juan Rulfo para la literatura, y en Luis Barragán para la arquitectura. [...] Es interesante ver cómo, en un primer momento, ninguno de los tres fue plenamente comprendido ni aceptado [y que] ahora nos parece que Rulfo, Barragán y Tamayo son tan mexicanos y eternos como el Popocatépetl, que allí han estado siempre, y que siempre fueron admirados.24 Es también interesante leer como para González Gortázar la diversidad cultural es también una manera de enriquecer un concepto no sólo nacional sino universal de la arquitectura. Posiblemente ningún arquitecto occidental ha mirado con tanta atención –aunque no siempre con profundidad– las imágenes de México prehispánico o del Japón tradicional, como Wright. Y siguen Alvar alto en Escandinavia, y Luis Barragán, Lucio Costa, Niemeyer, Reidi y Burle Marx en Latinoamérica, y Kenzo Tange en Japón, todos ellos gente que enriqueció la arquitectura universal del siglo XX por el camino de ser ellos mismos encarnando su propia cultura: no hay otro que sea válido.25

20. — González Gortázar, F. (2014) Arquitectura: Pensamiento y Creación [Séptima sesión], Fondo de Cultura Económica.
21. — ibid. [Sexta sesión]
22., 23. — ibid. [Novena sesión]
24., 25. — ibid. [Sexta sesión]

 
 
 

 

ciudad.

 

González Gortázar tuvo una suerte de fascinación por la ciudad y por el proceso que la genera. La ciudad es la mayor invención de la humanidad; no puedo imaginar algo más original, más radical, más arbitrario, más inagotable, más rico y eternamente inacabado que la ciudad. [...] Allí reside el origen de la grandeza de la ciudad: en su novedad total; y allí mismo reside uno de sus grandes yerros: el haber sido la antítesis de la naturaleza.26 El carácter antrópico de la ciudad hace incontestablemente de ella la transcripción espacial de un orden social y de la expresión materializada de una cultura, ambos en perpetua evolución. Por lo tanto, el hecho de hacer ciudad, es una labor compartida, la suma de decisiones tomadas en conciencia pero también de manifestaciones socio-culturales autónomas y orgánicas. ¿Quién debe hacer la ciudad? Pienso que deben intervenir tres actores: los ciudadanos, como propietarios legítimos de su casa común; las autoridades, como administradoras y brazo ejecutor, y los especialistas, como orientadores de los dos primeros. Fíjense bien que digo especialistas, y no técnicos, porque entre estos especialistas debería haber hasta poetas.27 Por consiguiente, las arquitectas y los arquitectos tienen una gran responsabilidad en esta labor, ya que son –en parte– reguladores de los modos con los cuales se hace ciudad. Los arquitectos, cuando creamos las partes de la ciudad estamos simultáneamente creando el todo de la ciudad, estamos creando piezas de esa obra múltiple e interminable. Cuando estamos proyectando, de la fachada para adentro concebimos la habitación de personas individualizadas, y de la fachada para fuera estamos determinando el espacio colectivo. Desde el punto de vista de esto último, es una enorme irresponsabilidad la manera en que generalmente proyectamos.28 La ciudad es una demostración de poder, una afirmación cultural e ideológica y por lo tanto, se constituye de elementos grandilocuentes. Pero lo que conmueve el arquitecto es la grandeza de lo efímero, de lo transitorio, de lo que no se volverá a repetir; estoy convencido del error de creer que lo grandioso es lo grande y eterno: lo grandioso es lo fugaz, o bien lo cíclico, si es que hablamos de la naturaleza.29

26. — González Gortázar, F. (2014) Arquitectura: Pensamiento y Creación [Séptima sesión], Fondo de Cultura Económica.
27. — ibid. [Sexta sesión]
28. — ibid. [Octava sesión]
29. — ibid. [Tercera sesión]

 
 

Plaza del Federalismo,
fuente de la Plaza del Federalismo.
izq. foto extraída del libro Fernando González Gortázar, UNAM. | der. © COPADOC

 

Para González Gortázar, la ciudad está sujeta a muchas reflexiones… La ciudad es lo más complejo imaginable, ya lo dije. Hay multitud de incógnitas: ¿Cómo el espacio urbano, colectivo, universal y anónimo adquiere identidad? ¿Queremos un espacio acotado, según la tradición mediterránea, o ilimitado, infinito, según la tradición francesa e inglesa? ¿Queremos una mezcla de ambos, cuándo y por qué, o podemos concebir otros modelos? ¿Qué espacios públicos no permanentes queremos tener, y cómo deben ser? ¿Cómo diseñar las calles y las aceras, cómo adecuarlas a sus usos variadísimos? ¿Queremos espacios públicos "temáticos", especializados, o no especializados? La idea de que cualquier cosa se puede hacer en cualquier parte, ¿es válida? ¿Cuándo sí y cuándo no, y en qué medida? ¿Cómo adaptar los espacios urbanos, inmutables, a la vida siempre mutable?30 Todas esas preguntas son todavía muy contemporáneas y son probablemente imposibles de responder. A través de ellas, podemos entender ciertos paradigmas que González Gortázar intentó instaurar. Por ejemplo, la fuente de la Plaza del Federalismo (Guadalajara, 1975) representa una intervención compleja y múltiple siendo a la vez escultórica, urbana y arquitectónica, con una suerte de “simbolismo” que le otorga el estatus de monumento, ya que, en vista aérea, se revela que deconstruye el mapa de México. De la misma forma, las tres Pistolas (Guadalajara, 1972) que definen la entrada del Parque González Gallo emplean el mismo lenguaje que intervenciones similares en tamaño y envergadura de “arte público vial” —como mencionamos previamente— pero a escala peatonal, con una configuración urbana que permite la apreciación de la obra, gracias a una amplia explanada.

30. — González Gortázar, F. (2014) Arquitectura: Pensamiento y Creación [Séptima sesión], Fondo de Cultura Económica.

 

las Pistolas,
ingreso al parque González Gallo.
© Design Hunter

 

Si para González Gortázar la labor de hacer ciudad constituye una gran responsabilidad, entonces, ¿qué merece ser parte de la ciudad? Ésa es la clave: la calidad. No debemos falsear el momento histórico, pero tampoco agredir al contexto urbano. No hay que olvidar que lo antiguo y lo moderno, si tienen calidad, conviven perfectamente, mientras que lo auténtico y lo ficticio chocan siempre. De tal manera que una actitud de modestia, de decir la verdad, de respeto y de calidad, es el único acercamiento posible para hacer arquitectura actual en contextos históricos. Estoy hablando de contextos, porque así como una ciudad no puede entenderse sin el paisaje que la rodea, así como las señas de identidad geográfica son clave para una aldea o metrópoli, tampoco podemos entender a la arquitectura sin el contexto urbano o natural en el que fue creada. Y ese contexto abarca a los edificios, los árboles, el pavimento de las calles, el mobiliario urbano: si alteras uno, alteras todo. También abarca el patrimonio intangible, las tradiciones, las maneras de ser y de vivir (es decir, las formas de usar la ciudad), la música que se escucha, el nombre de las poblaciones y las calles.31 Para el arquitecto, decisiones urbanísticas y partidos arquitectónicos deben responder a las mismas exigencias. Las consideraciones que tomo en cuenta para el diseño de un espacio público son exactamente las mismas para un espacio privado. [...] Es decir, el entorno, la escala, la función, los materiales, la naturaleza, y algo que es clave para mí: el movimiento del espectador, es decir, el movimiento de quien habita ese espacio.32

31. — González Gortázar, F. (2014) Arquitectura: Pensamiento y Creación [Séptima sesión], Fondo de Cultura Económica.

32. — Facio Salazar, C. (2012). Entrevista a Fernando González Gortázar. Bitácora Arquitectura, (4), 22–29.

 
 
 

 

conclusión.

 

Hace poco estuve mirando el libro de comentarios a mi exposición, aquí abajo (me refiero a la exposición montada en la galería José Luis Benlliure de esta Facultad de Arquitectura) y leí uno firmado por un arquitecto que dice ser maestro en esta facultad, en el que afirma que lo que yo hago no es arquitectura pura; así lo dice, y tiene razón. La pureza es un asunto de lecherías y de boticas, que no tiene nada que ver con la vida ni con la cultura. [...] No me canso de repetir una frase de Luis Barragán: “Yo estoy influenciado por todo lo que veo”: Uno está, quiera o no y por fortuna, influenciado por todo lo que ve, oye, toca, siente y sabe. Cualquier pureza en este campo, ese no dejarse tocar ni conmover por lo otro, es repugnante y suicida.33 Fernando González Gortázar no era solamente arquitecto —sino escultor, pensador, escritor— por lo que la multidisciplinaridad era para él una condición esencial de resolver cuestiones más complejas que sólo las espaciales. Este nuevo paradigma sigue siendo sumamente contemporáneo y poco a poco se integró la necesidad de formar arquitectos y arquitectas que adecuarán su propuesta arquitectónica a cada especificidad del contexto socio-urbanístico y, por lo tanto, jugar el papel o incluir las aspiraciones de urbanistas, sociólogos y poetas –como lo señaló González Gortázar. Además, era consciente que algunas de nuestras tareas más urgentes son las de producir una cultura que nos enseñe a convivir con el planeta, afianzar la convicción de que no puede haber cultura sin naturaleza, y que no puede haber progreso a costa de la destrucción del único planeta que tenemos y de sus demás dueños. Es un imperativo de supervivencia, de ética, de estética, es la necesidad de seguir contando con la gran maestra universal que es la naturaleza, sin la cual estamos perdidos.34

La obsesión por la ciudad es probablemente lo que más se refleja en el trabajo de González Gortázar. Para él, es fundamental reinventar nuestro diálogo con ella que se podrán anticipar y prevenir los desafíos del futuro. La ciudad es un sitio en el que todo es complejo, polivalente e interdependiente, en el que nada tiene una lectura plana ni una sola dimensión. Por eso los intentos de crear, a partir de cero, ciudades estrictamente planeadas tienen que fracasar por necesidad. Jamás un plan o un proyecto, por genial que sea, tendrá la capacidad de responder a la infinita complejidad de la urbe y de sus habitantes. La ciudad, como la arquitectura, también debe expresar la verdad y el autorretrato, que en este caso es colectivo. La ciudad debe ser la suma de las épocas por las que ha pasado, y la suma de los grupos humanos que la han construido; entre nosotros, por lo general, esto sólo sucede como excepción y en pequeña medida.35

 

33. — González Gortázar, F. (2014) Arquitectura: Pensamiento y Creación [Tercera sesión], Fondo de Cultura Económica.
34., 35. — ibid. [Séptima sesión]

 

Fernando González Gortázar en compañía de Carlos Monsiváis y Vicente Rojo,
autoría desconocida, s/f.
fuente: Museo del Estanquillo

 

 

obras mayores.

EN GUADALAJARA

La Gran Puerta, 1969.
Fuente de la Hermana Agua, 1970.
Parque González Gallo (ingreso – Las Pistolas), 1972.
Torre de los Cubos, 1972.
Plaza Fuente, 1973.
Fuente de la Plaza del Federalismo, 1975.
Casa González Silva, 1980.
Centro de Seguridad Pública, 1993.
Centro Universitario de Los Altos de la Universidad de Guadalajara, 1993, inconcluso.

EN MÉXICO

La Gran Espiga (Ciudad de México), 1973.
Paseo de los Duendes (San Pedro Garza García, Nuevo León), 1991.
Museo de la Cultura Maya (Mérida, Yucatán), 1993.
Museo Chiapas de Ciencia y Tecnología (Tuxla Gutiérrez, Chiapas), 2005.
Emblema de San Pedro –Centro Cultural Fátima y Las Banderas– (San Pedro Garza, Nuevo León), 2011.

 

EN EL EXTRANJERO

Fuente de las Escaleras (Madrid, España), 1987.
El Árbol de El Escorial (El Escorial, España), 1995.
La Columna Dislocada (Hakone, Japón), 1989.

 

 

equipo editorial.

Romain Roy-Pinot
coordinador del área de investigación

Rocío García Camarero
arq. de restauración y rehabilitación de patrimonio

Aimée Mancilla Porraz
arq. de conservación del patrimonio

 

 

créditos foto de portada.

Fernando González Gortázar,

retrato del arquitecto, autoría desconocida
fuente: folio.news

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