HABLANDO DE… RITUALES AYMARAS

con la arquitecta Phaxsi Mamani Challapa

 


entrevista realizada el 20.10.22, en el marco de NOV’22 – RITUALES FUNERARIOS

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En el imaginario colectivo, la cultura mexicana está sumamente ligada a la muerte; entre tradiciones “prehispánicas” y cristianismo, las fiestas que la honran son un mestizaje cultural complejo. En su Laberinto de la Soledad, Octavio Paz afirmaba que “nuestros antepasados indígenas no creían que su muerte les pertenecía, como jamás pensaron que su vida fuese realmente "su vida", en el sentido cristiano de la palabra. Todo se conjugaba para determinar, desde el nacimiento, la vida y la muerte de cada hombre: la clase social, el año, el lugar, el día, la hora. El azteca era tan poco responsable de sus actos como de su muerte.”1 Clasificado el 7 de noviembre de 2003 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, el Día de Muertos perpetúa rituales prehispánicos en el marco de la religión católica: su origen se ubica en la armonía entre la celebración de los rituales religiosos católicos traídos por los españoles y la conmemoración del día de muertos que los indígenas realizaban desde los tiempos prehispánicos; los antiguos mexicas, mixtecas, texcocanos, zapotecas, tlaxcaltecas, totonacas y otros pueblos originarios de nuestro país, trasladaron la veneración de sus muertos al calendario cristiano, la cual coincidía con el final del ciclo agrícola del maíz, principal cultivo alimentario del país.2

En otros lugares de América Latina se siguen celebrando rituales funerarios, basados en prácticas ancestrales; como es el caso de la cultura aymara,3 cuya población abarca cuatro países limítrofes: Perú, Bolivia, Argentina y Chile. Para aprender más sobre esta cultura andina y saber más sobre sus rituales relativos a la muerte, realizamos una entrevista a la arquitecta chilena y aymara Phaxsi Mamani Challapa. Phaxsi viene de Cancosa Marka, un pueblo de la comunidad de Cancosa, ubicado en la región de Tarapacá, en el norte de Chile.

1. — Paz, O. (1950) El Laberinto de la Soledad, Fondo de Cultura Económica.
2. — Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal (2019)
Día de Muertos, tradición mexicana que trasciende en el tiempo, gob.mx.
3. — se puede encontrar también con la ortografía aimara.

 
 

LUPA: Phaxsi, muchas gracias por aceptar platicar con nosotros sobre la cultura aymara y sus ritos. Perteneces a la cultura aymara, cuéntanos más sobre su origen, sus especificidades regionales, sus características…

Phaxsi: Lo que te puedo contar a cerca de la cultura aymara es que se localiza en Chile actualmente, en el Norte –en la primera y segunda región [Arica y Parinacota y Tarapacá]–, en el altiplano y precordillera pero también está ligado al sur de Perú [a Bolivia] y al norte de Argentina; antiguamente, a eso se le llamaba a nivel de continente Abya Yala; y toda la región surandina es el Qollasuyu. Dialoga con la cultura quechua, en la región de Tarapacá por ejemplo. Los descendientes y los que todavía estamos, permanecemos en las ciudades, en los centros conurbados de Iquique, de Arica, y después en las otras regiones del sur de Chile, pero a menor grado; principalmente en el norte. Nuestros abuelos y las personas que murieron, permanecen, en el caso de Chile, en los pueblos, en las comunidades aún, pero nuestras comunidades se encuentran en riesgo de despoblamiento hace varios años, a diferencia de Bolivia y Perú, que aún permanecen habitando en estas comunidades. La cultura aymara es ganadera y también practicaba la agricultura: el quinua,4 la papa, habas etc. En cuanto a la ganadería, las llamas, las alpacas, las ovejas. Principalmente, eso es la parte productiva.

Los aymaras habitaban todos los “pisos ecológicos”: desde la costa –a cero metros sobre el nivel del mar– hasta la cordillera. La geografía de Chile es angosta pero es muy larga, y en esta zona norte, como los aymaras habitaban en la cordillera de los Andes prácticamente, en donde la altura geográfica en que se habita varía entre los cuatro mil a cinco mil metro sobre nivel del mar, en donde si una persona llegaría a la puna,5 le da vómito, le duele la cabeza; hay un tiempo de adaptación de hasta dos días, tendría que tener oxígeno porque es un cambio muy drástico en un día. Entonces, el aymara antiguo habitaba tanto la cordillera, la precordillera –que era un poco más baja, combinada con pampa y desierto– y también llegaba a costa. Entonces, es muy normal que el habitante aymara se traslade en un día desde la costa hasta el altiplano, pero no es normal que una persona que no pertenezca a la cultura lo haga.

4. – se puede encontrar también con la ortografía quinoa.
5. – la puna se define como ''Altiplano próximo a la cordillera de los Andes.''

 

¿Qué importancia ocupan los rituales funerarios en la cultura aymara? ¿Son rituales que se operan cada año o siguen otro ritmo? ¿En qué consisten?

Siempre van variando las costumbres en cada persona o en cada comunidad, ya sea de la región de Tarapacá –a la que pertenezco– o a la región de Arica, que está más al norte, o en los países limítrofes. Entonces, lo que yo cuento, es desde mi experiencia, de mi comunidad y lo que me han enseñado mis abuelos, pero no quiere decir que sea similar en todos los sitios. Hay cosas que son muy similares pero hay cosas que van variando dependiendo del pueblo.

En un contexto general, a partir de la cosmovisión, la vida se ve como algo cíclico, en el que nosotros estamos en el presente, en el akapacha; pero también está lo de abajo, el manqhapacha. Nosotros estamos aquí, vamos a retornar a la tierra, y a partir de eso yo creo que se ve la ritualidad. Entonces, luego, con la sincretización, la mixtura de cultura, la teoría, se festeja también el primero de noviembre. Es una fecha reconocida, como en América Latina, o como en Día de los Muertos, pero a parte de eso también, hay un ritmo que lo va marcando el día en que esta persona retorna a la tierra, a la Pachamama, en el sentido que los primeros años se le despide, hay un proceso no de luto pero de desprendimiento de su alma, para también retornar al cosmos. Son tres años en los que se hacen rituales; los primeros días, se le hace una carpa, se le celebra, se le recuerda pero desde la memoria más alegre y no desde la pena. 

La primera semana, cuando alguien fallece, sus “más cercanos” –sus padres, sus hermanos– le queman sus cosas. Hasta podría ser su hijo, pero no son fiestas para los niños porque son ”angelitos” y se quedan a distancia. Se les queman todas sus cosas que le pertenecía: su ropa, sus objetos; antiguamente, hace ya unas décadas, también se iba con su compañero, con su animal porque tiene que cumplir una misión. En la cultura aymara, el perro puede ver otras cosas que los amos no ven; también, en este retorno, en esta ciclicidad, lo va acompañando y lo ayuda. Pero ahora ya no se está practicando, no es común. 

Y, en este momento en el que se le está quemando las pertenencias a la persona, hay también personas de la comunidad que pueden ver premoniciones en esta quema de ropa: el próximo difunto, o pueden relacionar qué es lo que va a pasar… va indicando quién va a ser. Hay veces que se ve, hay veces que no. 

En el primer año, se le hace una carpa, es algo temporal en el que se le acompaña el 1ero de noviembre con todos los familiares, practicamos cantos, con el cuero de la llama se baila; es un entorno muy divertido y alegre. Hasta se hacen chistes, se dice que no podemos pasar pena, que no podemos estar con este ánimo, sino que siempre hay que estar con el ánimo de alegría y desde la felicidad. Y esta persona nos está acompañando en este momento.

 
 

Carpa,
fotos tomadas desde una carpa
© Phaxsi Mamani Challapa

 

¿Estos rituales se siguen observando con constancia en las regiones con herencia cultural aymara? ¿Existen estrategias institucionales para la preservación de estos rituales?

Sí, se sigue practicando en las comunidades. Como te decía, hay mucho despoblamiento y migración hacía las ciudades, pero siempre hay instancias o fechas especiales en que se retorna, cuando hay un vínculo con el territorio. Dentro de la ciudad, también se realizan, se prepara su mesa, se le preparan comida, se le esperan con vela, se le hacen t'an't awawa, el pan que se le hace con figuras, con persona, o luna, o sol; principalmente las escaleras que conectan este mundo con el mundo de arriba para que esta persona pueda llegar a esta otra dimensión. Y si no se puede realizar en las comunidades, se realiza en la misma ciudad. 

No hay un reconocimiento oficial si bien hay instituciones en las que se desarrollan por ejemplo financiamientos de proyectos para la puesta en valor de historias o de levantamientos de testimonios; se puede postular a instituciones del gobierno que te lo financia, pero así como “reconocimiento” para reconocer estos espacios y promoverlos culturalmente, no están; solamente a nivel de comunidad y de las familias que tienen pertinencia cultural e identidad.

 

¿Cuáles son los desafíos actuales para la preservación de las tradiciones de la cultura aymara?

Creo que por una parte es –como lo que mencionaba, que va relacionado con la pregunta anterior– lo de la identidad, de hacerse cargo de lo que somos. Y, a partir de eso también, más allá de transmitir, es actuar. ¿Qué es lo que vamos a hacer para que se siga transmitiendo para las futuras generaciones? Y, ¿qué estamos haciendo nosotros como comunidad? Pero también creo que va ligado al tema del apoyo y del reconocimiento de las entidades gubernamentales. Acá en Chile, hay mucho centralismo, todo parte desde Santiago, entonces, a partir de ahí también existe un problema. En Chile, el reconocimiento histórico de los pueblos originarios que habitan es muy importante para que siga prevaleciendo la puesta en valor y que tengamos los espacios necesarios para seguir viviendo; porque nosotros no somos el pasado sino que seguimos en el ahora, y la idea es que también seamos parte de Chile reconocidos como cultura más allá de políticas que no se hacen cargo del trasfondo para que prevalezca y que siga para el futuro. Creo que son esas dos cosas: lo primero es qué es lo que hacemos como comunidad y lo otro desde entidades del estado. 

Actualmente, está la problemática del reconocimiento de los pueblos originarios, también es por este reconocimiento histórico en el que ha habido un problema, una deuda con los pueblos. Y en eso también va como consecuencia la emigración y el poco desarrollo de las mismas comunidades. Hubo y hay un desarrollo en los centros urbanos de las costas; en este caso, en mi territorio, era la ciudad de Iquique, que era costa, pero en el altiplano es otro el escenario. Hubo muchas implementaciones o políticas públicas que permitieron establecer a las comunidades emigrantes ahí mismo; tuvieron que emigrar por necesidad y así lo hicieron mis padres, mis abuelos. Y, por lo mismo, las actuales generaciones estamos justo en eso de cómo volver, cómo retornar y qué es lo que hacemos para eso.

 

El 4 de septiembre de 2022, el pueblo chileno rechazó la propuesta de nueva constitución. ¿Qué hubiera cambiado esta constitución en la vida cotidiana de los aymaras?

Yo creo que en todos los aspectos: sociales, económicos… Se hubiera ganado un espacio, un reconocimiento, que es lo primero. En entonces, se establecería la autonomía, en ejercer nuestro cargo; por ejemplo, los caciques –que son reconocidos por la comunidad– no tienen vínculos con las entidades gubernamentales. Yo creo que hubiera también una mejor educación para respetar a la cosmovisión y también fomentarla. Si se da un espacio, también ganas una oportunidad para legitimar la cultura.

 
 

Decoraciones de tumbas,
en estas fotos se puede observar que las tumbas se adornan de flores artificiales, ya que la región carece de flores naturales.
© Phaxsi Mamani Challapa

 

Por su práctica actual, Día de Muertos es un mestizaje entre el cristianismo y prácticas prehispánicas. ¿Se ha notado un fenómeno similar en la cultura aymara? ¿Se han constatado evoluciones en las prácticas relativas a la muerte?

El sincretismo también pasó por la cultura aymara. Por ejemplo, los templos datan del siglo XVI o XVII, entonces evidentemente está este sincretismo. También, se escuchan a los abuelos pedir a Dios que llegue bien la persona o se reza también, a pesar de que se hagan juegos, cantos etc. Pero por la mañana también se le reza, se le hace un Ave María, un Padre Nuestro y también se cuelgan flores, que antes no habían, porque en el altiplano no hay flores. Se ven estos rasgos, estas pequeñas costumbres que se han agregado. En los ritos funerarios, prevalece la cosmovisión, desde las creencias que tienen los aymaras.  

No sé si tanto por el sincretismo, sino que por protocolos más actuales, de los últimos siglos, pero se vive diferentemente el tema de “despacharlo” desde el primer día; se espera este primer día, estando en su cajón funerario, en caso de que se va a enterrar en la comunidad. Iquique y los pueblos exteriores están a 3 o 4 horas; entonces, hay una primera instancia en que se queda en la ciudad en donde la persona habitaba. Y después del primer día o de la primera noche, se hace el traslado con toda la familia hacía la comunidad para enterrarlo. Entonces, son como unos dos días. Yo creo que esta instancia es algo que se practica ahora en general y el tema también de enterrarlo y que tengan una cruz da también una dignidad a la tumba.  

 

En México, Día de Muertos se ha democratizado y en alguna medida se integró a los modos de vida actuales; unx puede vivir en megaurbes y encontrar formas de celebrarlo; ¿existe una equivalencia en Chile, Argentina, Perú o Bolivia?

Sí, no de la misma manera, pero igual se celebra. Por ejemplo, si una persona no nos puede acompañar a la persona de la comunidad, en los primeros años, por motivos personales, lo despida desde su casa. El 1ero de noviembre, se espera a la persona los dos o tres primeros años –depende del acuerdo al que llegue la familia– y la persona retorna a este mundo a visitarnos. Porque estos primeros años también es donde su alma –su ajayu– está cerca de este mundo. Entonces, se le acompaña en esos primeros años; se le espera, en la comunidad o junto a sus hermanos, sus hijos; los hijos organizan esto, y la familia en general. O bien, se le espera más íntimamente o en familia, pero en su casa, en la ciudad.

Altar
banderas, coronas vegetales y comida constituyen el altar conmemorativo, en otros altares se puede observar el t’an’t awawa (figuras hechas de pan) mencionado en el artículo.
© Phaxsi Mamani Challapa

 

Y, por último, como lo mencionamos en la introducción, eres arquitecta. En México, Día de Muertos se celebra en los cementerios y se observa una real apropiación espacial por parte de lxs mexicanxs. ¿Cuáles son las características espaciales de los rituales funerarios aymaras?

Hay una tienda temporal, un poco efímera, que forma un espacio en torno a la tumba. En los primeros años, se le hace una carpa, es el espacio donde se canta, se baila, se cuentan chistes, con toda la familia, en la noche, alrededor de la tumba. Después, para el entierro, la orientación en cuanto a la tumba, tiene una lógica. Está el Tata Inti, que es el Padre Sol –es él que da energía– y la Pachamama, que es la tierra, la que hace el cultivo, es la que da vida. Siempre la cosmovisión aymara es circular, es cíclica; entonces, primero, estamos en el akapacha –que es este mundo– y después en el alaxpacha –ahí arriba– y en el manqhapacha, que está abajo. El sol está en contra de las manijas del reloj, entonces la tumba está mirando hacía el sol; el cuerpo queda de tal manera que recibe los rayos del sol, porque se dice que ya cumplió su ciclo en este mundo. En el caso de los bebés, se les dirige en dirección contraria, porque se dice que todavía no han cumplido su misión en esta vida, entonces ellos van a retornar nuevamente. Es una lógica espacial que tiene también un vínculo con la cosmovisión, en cuanto a las orientaciones del entierro.

Orientación del cementerio,
esta foto atestigua la importancia que representa la orientación en los cementerios aymaras; por lo tanto, a través del diseño mismo de la tumba se entiende la orientación del cuerpo.
© Phaxsi Mamani Challapa

 
 
 

 
 
 
 

Phaxsi Mamani Challapa
arquitecta

Originaria de la cultura Aymara y perteneciente a la comunidad de Cancosa localizada en plena puna andina a 3.800 m.s.n.m, limítrofe con el país de Bolivia, pueblo ubicado en la Región de Tarapacá - Chile. Ha desarrollado sus estudios básicos y medio en la ciudad de Iquique, en donde sus padres emigraron desde sus comunidades de Cancosa y Cariquima muy jóvenes y también quienes le inculcaron y transmitieron la identidad, costumbres y raíces aprendidas desde sus antepasados. Se mudó a la ciudad de Valparaíso para realizar sus estudios de arquitectura en la Universidad de Valparaíso, en que reafirmó su vínculo y vocación con el desarrollo de las culturas andinas. Actualmente se especializa en conservación y patrimonio, trabajando con diferentes comunidades del norte grande de Chile.

 
 

equipo editorial.

Romain Roy-Pinot
coordinador del área de investigación

Rocío García Camarero
arq. de restauración y rehabilitación de patrimonio

Aimée Mancilla Porraz
arq. de conservación del patrimonio

 
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