DÍA DE MUERTOS Y EL SIGLO XXI
MICHOACÁN Y EL IMAGINARIO COLECTIVO
autor
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Romain Roy-Pinot
En 2003, “Día de Muertos” fue reconocido como “Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad”. La celebración tiene sus variantes a lo largo de la República pero suele encontrar un denominador común: rendir homenaje a los difuntos durante la noche del 1ero al 2 de noviembre. Papel picado, calacas, cempasúchil y otros recursos populares suelen encontrarse en la mayor parte de los hogares mexicanos y cementerios en estas fechas. Sin embargo, se siguen notando especificidades regionales al celebrar Día de Muertos y se reportan más de 40 grupos indígenas, que superan los seis millones de personas, sostienen rituales asociados con esta celebración. 1 Con el tiempo y por la dinámicas migratorias de estas últimas décadas, Día de Muertos se puede celebrar desde casa, a pesar de encontrarse lejos de su pueblo de origen; sin embargo, se siguen observando pueblos y ciudades a los cuales muchos turistas acuden para ser testigos de esta celebración como en Ciudad de México –en San Andrés Mixquic, Xochimilco o Teotihuacán–, en Oaxaca o en Pomuch (Campeche), entre otros. Sin embargo, Michoacán constituye un territorio referente en la celebración de Día de Muertos; mayormente en las comunidades de la región del lago de Pátzcuaro, como Janitzio, Tzintzuntzan, Ihuatzio o Cucuchucho. Desde épocas ancestrales las comunidades purépechas de Michoacán realizan ceremonias de velación por sus muertos, y aunque en la actualidad se observan diversas variantes de una comunidad a otra, los ritos se han mantenido en lo fundamental. 2
Las fiestas y tradiciones de cada comunidad michoacana son producto del sincretismo religioso propio del país. Lo mismo se venera a un santo patrono que [a] una imagen en especial o parte del recuerdo de un rito ancestral, con celebraciones en las que se unen costumbres prehispánicas con las conmemoraciones religiosas de la Colonia. 3 Michoacán se impone sin duda como un lugar referente, recopilando todos los “requisitos culturales” propios de Días de Muertos: todavía en los inicios del siglo XXI podemos observar cómo en Michoacán las comunidades han conservado fiestas y tradiciones, celebraciones religiosas, una producción artesanal y una gastronomía notable, así como un patrimonio edificado herencia de las épocas prehispánica, colonial, independiente y de reforma. 4
En este artículo, estudiaremos el “imaginario colectivo” alrededor de Día de Muertos y su interferencia en las prácticas actuales de esta manifestación social ancestral. Para entender el impacto socio-económico de la turistificación de esta celebración funeraria, nos interesamos en el texto Noche de muertos en Michoacán, Reflexiones sobre su manejo como recurso turístico cultural, 5 escrito por Carlos Alberto Hiriart Pardo. Trataremos de entender cómo las políticas urbanas, sociales y turísticas evolucionaron, tomando como referencia las festividades de Día de Muertos y las dinámicas e infraestructuras que puso en pie.
1. – Pintado, A. P. (2006) Nutelia: la Fiesta para Alimentar a los Muertos, una Celebración en una Comunidad Tarahumara, parte de La Festividad indígena dedicada a los Muertos en México, Cuadernos 16 coordinado y editado por la Coordinación de Patrimonio Cultural y Turismo.
2. – Pedraza, A. (2006) Patrimonio Cultural en Michoacán. Celebración del día de Muertos, parte de Planteando sobre el turismo cultural, Cuaderno 14, coordinado y editado por la Coordinación de Patrimonio Cultural y Turismo.
3. – Hiriart Pardo, C. A. (2006) Noche de Muertos en Michoacán, reflexiones sobre su manejo como recurso turístico cultural, parte de La Festividad indígena dedicada a los Muertos en México, Cuadernos 16 coordinado y editado por la Coordinación de Patrimonio Cultural y Turismo.
4. – ibid.
5. – Noche de Muertos en Michoacán, reflexiones sobre su manejo como recurso turístico cultural, parte de La Festividad indígena dedicada a los Muertos en México, Cuadernos 16 coordinado y editado por la Coordinación de Patrimonio Cultural y Turismo.
Celebración en Michoacán,
autoría desconocida
Dia de Muertos –como otras tradiciones– responde de cierta forma a dos dinámicas opuestas. Por un lado, desde el siglo pasado, se ha notado un interés “institucional” en reconocer y preservar el patrimonio intangible; poniendo en marcha políticas a favor del registro y de la conservación de tradiciones ancestrales. Por otro lado, estas últimas tienen intrínsecamente vocación a mutar para persistir, frente a la evolución de la sociedad y por la alteración de las condiciones en las cuales se practicaban originalmente (falta de recursos, cambios demográficos, evolución de la práctica religiosa…). En el caso de las tradiciones seculares, existe una gran diferencia entre el contexto de su génesis y su entorno actual tanto social, económico como cultural. Por lo tanto, por tener especificidades locales y haber evolucionado frente a diferentes factores históricos, no se puede hablar de “una” forma de celebrar Día de Muertos; existen varias definiciones de esta práctica. Este celebración es en sí la expresión de un mestizaje cultural: la velación y la colocación de altares, así como las ofrendas en casas y panteones, son resultado de un complejo tejido que reúne varias tradiciones culturales: por un lado, las de origen prehispánico; por otro, las españolas-cristianas que llegaron durante la Conquista, además de las propias de otros grupos provenientes de África, Asia y Europa que migraron a México durante la Colonia y en épocas posteriores. 6 Día de Muertos es entonces un “concepto” muy complicado de poder definir.
6. – Pedraza, A. (2006) Patrimonio Cultural en Michoacán. Celebración del día de Muertos, parte de Planteando sobre el turismo cultural, Cuaderno 14, coordinado y editado por la Coordinación de Patrimonio Cultural y Turismo.
7. – Hiriart Pardo, C. A. (2006) Noche de Muertos en Michoacán, reflexiones sobre su manejo como recurso turístico cultural, parte de La Festividad indígena dedicada a los Muertos en México, Cuadernos 16 coordinado y editado por la Coordinación de Patrimonio Cultural y Turismo.
8. – ibid.
El conjunto de ritos que conforman la celebración de Día de Muertos en Michoacán es muy parecido a la manera en qué se celebra en varias regiones del país: los habitantes de las comunidades colocan los tradicionales altares en sus casas y acuden por la noche a los cementerios para decorar con flores y velas las tumbas; ofrecen alimentos y bebidas, y sobre todo platican, rezan y recuerdan a sus difuntos.7 De cierta forma, las especificidades regionales se han difuminado a favor de una homogeneización de la tradición, probablemente en una forma de búsqueda de identidad nacional. La Noche de Muertos por lo tanto ha conocido una suerte de estandarización y Michoacán se afirmó como “sede” principal de referencia y se generó un “imaginario común” alrededor de Día de Muertos. Esta celebración convoca a una multitud de visitantes procedentes de todo el país y del extranjero, a quienes les es vendida o promovida la Noche de Muertos como un producto turístico cultural de alta demanda. 8
7. – Hiriart Pardo, C. A. (2006) Noche de Muertos en Michoacán, reflexiones sobre su manejo como recurso turístico cultural, parte de La Festividad indígena dedicada a los Muertos en México, Cuadernos 16 coordinado y editado por la Coordinación de Patrimonio Cultural y Turismo.
8. – ibid.
Spectre [007: Spectre],
escena introductiva de la película dirigida por Sam Mendes
© Columbia Pictures | Metro-Goldwyn-Mayer | 20th Century Fox.
De manera general, se ha creado con el tiempo un “mito” alrededor de Día de Muertos. En 2015, la película Spectre9 presentó a la Ciudad de México como el escenario de celebraciones gigantescas alrededor de las fiestas de noviembre y se generó una cierta “expectativa” de Día de Muertos por parte de un público tanto extranjero como local. El año que siguió la salida de la película, se organizó verdaderamente el primer desfile de Día de Muertos en la Ciudad de México y surgió una nueva “tradición”. Se generó otra manifestación social y por lo tanto, una nueva expresión cultural de Día de Muertos, respondiendo a una puesta en escena estadounidense fantasiosa; una forma globalizadora de “celebrar” similar a los desfiles de Thanksgiving que proyectan muchas películas hollywoodenses. En 2017, la película Coco10 le dio un rostro al abanico de ritos y elementos que componen la celebración de Día de Muertos, replicando un pueblo inspirado en Santa Fe de la Laguna, en el estado de Michoacán. La película de animación dio a conocer al mundo entero esta celebración a través de herramientas visuales contemporáneas y una historia accesible –dirigida a un público joven– compuesta de referencias clásicas a la cultura mexicana, como la evocación de Frida Kahlo, María Félix o de un personaje inspirado en la figura de varios cantantes mexicanos famosos, tales como Pedro Infante o Jorge Negrete. A pesar de buscar que la película no cayera en el cliché o el estereotipo,11 es evidente que el ejercicio de esta fue de “vulgarizar” Día de Muertos, de volverlo accesible para cualquier público y, por lo tanto, se generó irremediablemente otra manifestación “globalizadora” de la fiesta mexicana. La recepción del público tanto extranjero como mexicano cambió el rostro de los desfiles y altares, invocando la figura de los personajes en papeles picados, disfraces o elementos de mercadotecnia. Si la película tenía probablemente la vocación de volver más universal la definición de Día de Muertos, se volvió también un nuevo componente en la propuesta cultural que gira alrededor del “mito” de Día de Muertos.
9. – Spectre [007: Spectre] (2015) película dirigida por Sam Mendes y distribuida por Columbia Pictures, Metro-Goldwyn-Mayer y 20th Century Fox
10. – Coco (2017) película dirigida por Lee Unkrich y Adrián Molina, producida por Pixar Animation Studios y distribuida por Walt Disney Studios Motion Pictures
11. – Ugwu, R. (2017, 22 de noviembre) Qué hizo Pixar para que ‘Coco’ fuera respetuosa de la cultura mexicana, The New York Times.
El autor Carlos Alberto Hiriart Pardo habla de una forma de folclorización y banalización que las han impactado en el transcurso de las últimas cuatro décadas del siglo XX.12 De forma general, Día de Muertos se volvió más que un “ritual funerario”; es vivido como un patrimonio colectivo,13 en el que la muerte y la vida conviven. Por lo tanto, la dimensión “espiritual” de esta fiesta ha también mutado y con el tiempo, se ha incorporado a las dinámicas de la ciudad: en Michoacán se celebra principalmente en la región de la cuenca del lago de Pátzcuaro. Abarcando aproximadamente 21 poblaciones, inicia, como es tradición, desde los últimos días de octubre con presentaciones artísticas y festivales culturales; en el caso de Pátzcuaro, comienza con el tradicional Tianguis Artesanal, que se instala el 31 de octubre y que congrega sobre todo a los artesanos de la región.14 Se entiende que por los recursos que se necesitan para la celebración de Día de Muertos (artesanías, comida, ofrendas…), se instaura irremediablemente una forma de comercio. Sin embargo, en las últimas décadas, se ha notado una cierta “deriva” comercial en la cual Día de Muertos se vuelve en sí un argumento de consumo, un pretexto turístico para engatusar a una población exterior. Encontramos que esta festividad se ha convertido en uno de los íconos para fomentar el turismo en Michoacán desde el periodo gubernamental de Carlos Gálvez Betancourt (1968-1974), a partir del cual se proveen recursos del sector público estatal hacia diversos ayuntamientos y comunidades principalmente de la ribera del lago de Pátzcuaro. Ello ha propiciado, más que una celebración tradicional local, impulsar una escenificación para los visitantes en la cual prácticamente al día de hoy se ha transformado la autenticidad de una tradición, implantándole toda una serie de actividades complementarias para satisfacer las demandas de los turistas triviales, como festivales de música de rock, tianguis de productos ilegales, supuestas ferias de pueblo y vendimias populares en las cuales la venta y el consumo de alcohol aparece como una actividad constante y altamente lucrativa.15
12. – Hiriart Pardo, C. A. (2006) Noche de Muertos en Michoacán, reflexiones sobre su manejo como recurso turístico cultural, parte de La Festividad indígena dedicada a los Muertos en México, Cuadernos 16 coordinado y editado por la Coordinación de Patrimonio Cultural y Turismo.
8. – ibid.
13. – Pedraza, A. (2006) Patrimonio Cultural en Michoacán. Celebración del día de Muertos, parte de Planteando sobre el turismo cultural, Cuaderno 14, coordinado y editado por la Coordinación de Patrimonio Cultural y Turismo.
14. – Hiriart Pardo, C. A. (2006) Noche de Muertos en Michoacán, reflexiones sobre su manejo como recurso turístico cultural, parte de La Festividad indígena dedicada a los Muertos en México, Cuadernos 16 coordinado y editado por la Coordinación de Patrimonio Cultural y Turismo.
15. – ibid.
Celebración de Día de Muertos en un cementerio de Michoacán,
© La Marmota Azul
Si el turismo podría ser percibido como una oportunidad económica para la población, la transformación urbanística de ciertos pueblos michoacanos ha fragilizado su estructura social. Como ya observamos antes, en las últimas décadas del siglo XX ésta y otras fiestas y tradiciones son utilizadas en muchos casos por un turismo desmedido, cuya característica principal es la explotación comercial alejada de toda sustentabilidad cultural o natural, que actualmente pone en grave riesgo la histórica conmemoración, visiblemente degradada en los últimos años por los festejos triviales masivos y por la comercialización excesiva de los espacios públicos, principalmente en las dos poblaciones de mayor demanda que son Pátzcuaro y Tzintzuntzan.16 Por lo tanto, el simple mantenimiento de las tradiciones en el marco sociocultural que le conocemos está puesto en riesgo, ya que muestran un proceso folclorizante resultado de las políticas públicas de los últimos 20 años, que privilegian al turismo como factor preponderante, supuestamente para el desarrollo de las diversas comunidades, como es el caso de la región purépecha, vinculado a la explotación de fiestas y tradiciones. El ejemplo más notable de este proceso es la festividad de Noche de Muertos.17 Hiriart Pardo deplora la falta de directrices, principalmente de los ayuntamientos, para buscar un manejo racional de la festividad y de los espacios patrimoniales tangibles que acogen el ritual durante los primeros días de noviembre.18
16. – Hiriart Pardo, C. A. (2006) Noche de Muertos en Michoacán, reflexiones sobre su manejo como recurso turístico cultural, parte de La Festividad indígena dedicada a los Muertos en México, Cuadernos 16 coordinado y editado por la Coordinación de Patrimonio Cultural y Turismo.
17., 18. – ibid.
De cierta forma, Día de Muertos pasa de ser un “patrimonio inmaterial” a ser un “patrimonio desmaterializado”, cuyas raíces fueron escondidas detrás de una explotación comercial a las antípodas de su contexto original de creación y, por tanto, descontextualizado. Día de Muertos es en principio una celebración íntima, intrafamiliar en la cual se celebra a “sus” difuntos, la turistificación de tal evento –y por lo tanto, el hecho de desplazarse para asistir a la celebración de familias ajenas– entra en sí en contradicción con el marco sociocultural original de Día de Muertos. Se observa una “degradación” de esta práctica prehispánica que hoy se encuentra al límite de su sustentabilidad como patrimonio cultural intangible de Michoacán, no por la pérdida o alteración de la tradición en sí misma, sino por las repercusiones que se generan en las poblaciones y en los diversos inmuebles y espacios urbanos monumentales que sostienen muchas funciones vinculadas con su promoción turística.19 Para Hiriart Pardo, una de las situaciones más preocupantes es la ausencia de reglamentación alrededor de la involucración de dinámicas turísticas en la celebración de Día de Muertos en Michoacán –como en otros lados y en el caso de otros patrimonios intangibles–. También es preocupante que no se hayan medido los impactos de la sobreexplotación de este patrimonio inmaterial: es de lamentar la falta de indicadores de gestión que permitan formalmente medir los impactos nocivos y generar una toma de decisiones integral para diseñar políticas de respuesta y salvaguardar la tradición cultural que propicie un turismo moderado, que beneficie más a todos (población local, turistas culturales, prestadores de servicios éticos, autoridades locales, artesanos tradicionales, etc.) y no sólo a unos cuantos (comerciantes ambulantes, vendedores de comida y de alcohol, vendedores de supuesta artesanía ajena a la tradición cultural del estado y del país en muchas ocasiones).20
19. – Hiriart Pardo, C. A. (2006) Noche de Muertos en Michoacán, reflexiones sobre su manejo como recurso turístico cultural, parte de La Festividad indígena dedicada a los Muertos en México, Cuadernos 16 coordinado y editado por la Coordinación de Patrimonio Cultural y Turismo.
20. – ibid.
Día de Muertos en Pátzcuaro,
en este vídeo, Día de Muertos está puesto en escena; esta suerte de promoción revela que existe un giro “comercial” en la manera de abordar las tradiciones.
© Televisa
Por otro lado, el reconocimiento otorgado por la UNESCO en 2003 en inscribir a Día de Muertos como “Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad” no ha incitado a la puesta en marcha de estrategias de valorización y preservación de las tradiciones por parte de las instituciones responsables. La turistificación de Día de Muertos es un fenómeno sin legislación particular, dejado al criterio de particulares. Lo incomprensible del caso es que esta tradición cultural recientemente fue inscrita en la Lista del Patrimonio Inmaterial Cultural de la Humanidad de la UNESCO, sin que de manera paralela, en el contexto nacional y en la propuesta de inscripción respectiva, se desarrollaran estrategias de manejo o se diseñarán instrumentos que permitan identificar claramente los impactos del turismo en esta tradición, para de esta forma proponer medidas de control y un manejo sustentable, cultural y turísticamente vinculado a las propias comunidades.21 El reconocimiento otorgado a Día de Muertos no tiene ni un marco ni una definición claramente definidos: se trata de una festividad sincrética entre la cultura prehispánica y la religión católica que, dado el carácter pluricultural y pluriétnico del país, ha dado lugar a expresiones populares diversas, transmitidas de generación en generación y a las que, con el paso del tiempo, se han añadido diferentes significados y evocaciones de acuerdo con el pueblo indígena, comunidad o grupo que las llevan a cabo, en el campo o en la ciudad.22 Por lo tanto, este reconocimiento no permite establecer un registro claro de la tradición que podría apoyar a su preservación, asumiendo que es cuestión de una expresión tradicional -contemporánea y viviente a un mismo tiempo-, integradora, representativa y comunitaria.23 En vez de volverse motor de “preservación”, este reconocimiento parece reivindicarse como otra herramienta de mercadotecnia para justificar la turistificación de Día de Muertos.
a leer: HABLANDO DE… RITUALES AYMARAS
21. – Hiriart Pardo, C. A. (2006) Noche de Muertos en Michoacán, reflexiones sobre su manejo como recurso turístico cultural, parte de La Festividad indígena dedicada a los Muertos en México, Cuadernos 16 coordinado y editado por la Coordinación de Patrimonio Cultural y Turismo.
22. – UNESCO (2019, 29 de octubre) El Día de Muertos: el regreso de lo querido, es.unesco.org
23. – ibid.
conclusión.
Turismo y tradición no son incompatibles. Al contrario, por un lado, las difíciles condiciones socioeconómicas de algunas poblaciones y la falta de interés de los poderes políticos en resolverlas ponen en dificultad al patrimonio intangible. Por otro lado, es importante poner en valor cada componente de una cultura e inscribir las tradiciones en nuevas formas de educar y sensibilizar a un amplio público. Sin embargo, los métodos para poder implementar este diálogo están todavía por definir, y Día de Muertos es uno de muchos ejemplos. A manera de corolario, debemos señalar la importancia de revisar los procesos de toma de decisiones con respecto al manejo del patrimonio intangible, a partir de una nueva visión que propicie la búsqueda de un turismo cultural sustentable, que considere como postura válida de actuación que la conservación, la rentabilidad y el uso del patrimonio cultural de manera sostenible, permita construir el futuro de muchas comunidades.24
La definición de Día de Muertos es amplia y se tiene que determinar localmente. La evolución de una tradición es un proceso inevitable y deseable, para poder asegurar su preservación; sin embargo, es primordial distinguir la mutación cultural de la explotación comercial y por lo tanto, apoyar a las comunidades a poder tener el control sobre la turistificación de su patrimonio sea material o intangible. Se tienen que definir nuevas herramientas institucionales e involucrar a los diferentes organismos responsables para permitir la conservación de prácticas ancestrales. A la fecha, sólo se reporta la firma de un convenio en 2006 entre las secretarías de Turismo y Cultura de Michoacán y la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco, para desarrollar estudios y proyectos de investigación académica multidisciplinaria que propicien respuestas y escenarios dirigidos a revertir los impactos nocivos que se han generado en la relación entre patrimonio cultural y turismo, en particular del patrimonio intangible de los michoacanos, que es el más amenazado.25 Si a través del interés de un amplio público Día de Muertos ha adquirido una definición universal, sería ahora tiempo de poner en valor las especificidades regionales y establecer estrategias para su preservación.