JARDÍN URBANO
PINTANDO ESCULTURAS, ESCULPIENDO MURALES
autor
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Romain Roy-Pinot
serie de 4 artículos
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para analizar la propuesta muralista del artista Vicente Rojo.
Todos sabemos que la ciudad es un organismo casi inmortal. Es un encuentro de parámetros, situaciones y eventos en perpetua evolución. Todos los estímulos que soporta la ciudad son oportunidades de afirmarnos y de definirnos como sociedad. En Francia, algunos urbanistas e historiadores hablan de un “urbanismo de oportunidad” cuando eventos inesperados —incendios, daños de guerra, colapsos arquitectónicos— son la ocasión de dar una nueva dinámica a un barrio, la mayor parte del tiempo condensado y estático. En la Ciudad de México, una “oportunidad” llegó: una fachada que se dejó maltratada, como una herida abierta en el corazón de la ciudad que el mural “Jardín Urbano” del artista de origen catalán Vicente Rojo contribuye a cerrar. La fachada se encuentra en el flanco oeste del “ex-Hospicio de Santo Tomás de Villanueva” que ya era el objeto de un artículo en el cual les contamos la historia del edificio y su conversión en Hotel de Cortés y, luego, en Museo Kaluz. En el texto presente, nos interesamos en la resignificación de esta fachada que atestigua diferentes etapas urbanísticas de la ciudad.
Jardín Urbano,
mural de Vicente Rojo.
© L U P A
A pesar de los embates de una variedad de modas arquitectónicas y “monstrificaciones” urbanísticas, hacia 1960 el paseo de la Reforma conservaba en esencial el trazo que Maximiliano y Carlota habian imaginado al fantasear con una “Calzada de la Emperatriz” que conectará en línea recta el Castillo de Chapultepec y la estatua de Carlos IV de Manuel Tolsá. Ese bulevar, que concluiría con el arranque del llamado “paseo Nuevo” o “de Bucareli” para entrar por la Alameda al centro de la capital, fue brutalmente prolongado por la vocación haussmaniana del desarrollismo. El “Regente de Hierro”, Ernesto P. Uruchurtu, que gobernó la capital entre 1952 y 1964, decretó en 1963 que el Paseo de la Reforma se ampliará hacia el noreste hasta la Calzada de los Misterios para desahogar el tráfico vehicular.1 Marcador de una evolución en la política urbana de la Ciudad de México, el vacío que separa la Iglesia San Hipólito del actual Museo Kaluz se transcribe a través de la fachada que quedó desnuda de un lado y recortada del otro. El mural que Vicente Rojo diseñó en 2018 juega un papel muy importante en la conexión de dos de las avenidas más importantes de la capital. Intenta reunir lo que antes estaba realmente ligado y se inscribe en una lógica tanto con el resto de la fachada como con una cierta expresión muralista que nunca dejará de animar el arte mexicano.
1. — Medina, C. (2019) “Estar donde está el tronco”: Los árboles-letras del mural de Vicente Rojo de Hospedería Santo Tomás de Villanueva y su entorno, varios autores. Investigación de Elena Horz Balbás. Ed. Kaluz.
Paseo de Reforma en su proceso de extensión,
foto tomada en los años 60 en la fase final del “Proyectazo” propuesto por Ernesto P. Uruchurtu: extender el Paseo de la Reforma hacía el Noreste de la Ciudad de México.
(autoría desconocida)
conclusión.
Si el contenido de la Colección Kaluz es de manera general muy figurativo, la abstracción –y la libre interpretación– que propone Vicente Rojo es una invitación para dar a entender que el Hospicio Santo Tomás de Villanueva se convirtió en un centro cultural. La obra representa un gran paso en la historia del edificio, curando la herida urbana que sufrió. Mucho más que un “parche”, deja una huella significativa, conectando dos ambientes contrastantes de la Ciudad de México.
Retrato del artista Vicente Rojo,
© Museo Estudio Diego Rivera
Este Jardín Urbano que sembró Vicente Rojo es una de las últimas obras del artista que falleció el 17 de marzo de 2021. Aunque se erigió recientemente, este mural mineral se impuso ya como una de sus obras maestras. En los últimos años de vida del artista, la monumentalidad jugó un papel muy importante, ya sea por su dimensión o por el impacto socio-urbano. En julio de 2018, cuando murió Marie José Paz, viuda del poeta Octavio Paz, el entorno de la pareja buscó el mejor lugar para albergar los restos de los esposos. Se tomó la decisión —apoyada por la UNAM y el Colegio Nacional— de colocar sus restos en el Colegio de San Ildefonso. Para rendir homenaje a la pareja, Vicente Rojo tuvo la misión de producir un elemento escultórico en el patio principal del mismo edificio. De facto, la instalación final se inaugurará postmortem de su autor. Sin embargo, como el mural del Museo Kaluz, redimensionará la gran diversidad plástica de la obra de Vicente Rojo.