(RE)HACER CIUDAD

TRES AXIS CLAVES DEL URBANISMO FEMINISTA 

autores

Rocío García Camarero
Aimée Mancilla Porraz
Romain Roy-Pinot

 
 

En el siglo XX, la profesión de “arquitecto” fue más reconocida que nunca, la importancia de su figura es la consecuencia directa de una revalorización de la arquitectura como herramienta política a fin de afirmar una cultura y una sociedad. Desde siempre, la arquitectura ha sido el vector de la reivindicación de poderes, en nuestro pasado cercano, los retos arquitectónicos y urbanísticos puestos en marcha en las grandes ciudades del mundo en el inicio del siglo XX —influenciados por una visión higienista y haussmaniana— hicieron del arquitecto el instigador de nuevos paisajes urbanos y de nuevas sociedades. En esta mutación socio-espacial, ¿dónde estaban las mujeres?

Las mujeres estaban donde la sociedad las había encerrado: fuera de donde se toman las decisiones, lejos de la legitimidad de opinar y dentro de la casa. Y, cuando lograban trazarse un camino por sí mismas en el despiadado mundo de la arquitectura, acababan en el olvido. El destino de la “arquitecta del siglo XX” dependió entonces tanto de su condición como mujer como de la desconsideración de todos los oficios que rodeaban la figura del arquitecto, relegando a un segundo plano dibujantes, proyectistas, asistentes. Ambas realidades siguen todavía en pie. Por esta razón, personajes como Charlotte Perriand, Margarete Schütte-Lihotzky o Delfina Gálvez Bunge quedaron detrás de las respectivas sombras de Le Corbusier, Adolf Loos y Amancio Williams; desprovistas de su autoría o simplemente calificadas de “colaboradoras”, cuando nuestra apreciación actual les hubiera dado un crédito más elogioso.

Ante una sociedad construida sin mujeres, la prioridad sería encontrar la manera para que todos los actores de la construcción produzcan democráticamente espacios adecuados para todxs. Y es lo que el Urbanismo Feminista plantea: ¿cómo el mundo de la arquitectura puede evolucionar e involucrar a la diversidad en sus procesos de creación para beneficiar a una pluralidad de usuarios?

 
 
 

Mapeo participativo,
digitalización de mapeo participativo de cuerpo-territorio evidenciando las marcas del cuidado en el cuerpo, 2020.
© Ciudad del Deseo

 

Durante siglos, el hombre dibujaba el espacio y, desde la punta de su lápiz, encerraba a la mujer en espacios domésticos que la sociedad le había conferido. El espacio privado ha sido siempre el “territorio” impuesto a la mujer. Poco a poco, este esquema espacial y social se está deconstruyendo, pero está sumamente condicionado por la democratización de los espacios públicos. La lucha actual en términos de apropiación espacial se pelea en la calle. Es innegable que existe una desigualdad de accesibilidad del espacio público perpetrada durante siglos: el espacio público es implícitamente patriarcal porque está intrínsecamente ligado a la sociedad y las decisiones políticas que lo generan. De esta manera, excluye —de manera más o menos violenta, según los territorios— a las mujeres y a ciertos grupos sociales. Lo cual es una observación deplorablemente universal. Sin embargo, es aún más marcado en el caso de territorios con escasez de política de espacios públicos. América Latina representa un sustrato fértil para que nazcan nuevas formas de producir espacios públicos.

Desde la perspectiva de género, pero también de todas las personas que no “encajan” con las expectativas de la sociedad proyectada en el espacio público, estudiaremos como propósito del siguiente texto a arquitectas que trabajan y proponen estrategias propias del Urbanismo Feminista —visibilidad, procesos partipativos y autoconstrucción— para darle su espacio a las mujeres y a grupos minoritarios que, hasta la fecha, fueron descartados de la producción de espacios tanto públicos como privados. Mencionaremos a mujeres —arquitectas, urbanistas, activistas del mundo hispanoparlante— que, a través de colectivas emergentes o consolidadas, buscaron otras maneras de producir espacios —tanto a nivel urbano como arquitectónico–, involucrando a un público que, con ellas, fue omitido de las preocupaciones arquitectónicas, urbanísticas y sociales durante décadas.

 
 
 

 

dar visibilidad: urbanismo colaborativo

 

En muchas ciudades, se reporta un mismo problema: el urbanismo padece de una gran deficiencia para cumplir con las expectativas de todos los usuarios de la ciudad. La colectiva argentina Ciudad del Deseo se formó alrededor de la misión de diagnosticar los problemas actuales en términos de acceso y de comodidad del espacio a todos los miembros de la sociedad. El grupo nació durante la organización de la marcha del 8 de marzo del 2019, en Buenos Aires y se constituye de distintas activistas: veinte arquitectas, sociólogas, antropólogas, trabajadoras sociales, abogadas, geógrafas, artistas y gestoras culturales.1 Se reunieron detrás de una misma constatación: la ciudad es el patriarcado en hormigón, promueve relaciones individualistas y mercantilizadas, diseñada por y para varones.2 Así que, más allá de la perspectiva de género, el espacio público como se estableció durante décadas es intrínsecamente segregativo y apoya a la implementación de dogmas capitalistas y basados en el modelo de la familia nuclear. Las interrogaciones de Ciudad del Deseo son claras: nos preguntamos cómo sería una ciudad que no se conciba desde el mandato de la productividad, desde una racionalidad orientada a la ganancia y a una subjetividad específica, que es el hombre blanco, saludable, hétero, productivo, preferentemente de clase media. Es una invitación a correr el velo de todas las configuraciones urbanas que piensan al sujeto de la vida urbana como ese estereotipo androcéntrico. La Ciudad del Deseo cuestiona el diseño, las relaciones y los modos de convivir.3

El colectivo interpela a un público femenino más amplio, preguntando por medio de carteles ¿Dónde te sentís libre? ¿Dónde te sentís valiente?4 Se generaron respuestas expresando el “sentir”. Además, se invitó a las mujeres a intervenir el dibujo de una figura humana para expresar sus sensaciones mientras caminaban por la calle (por ejemplo, encorvar los hombros por miedo, evitar determinadas vestimentas, llevar las llaves de casa en la mano o los auriculares colocados, pero con el volumen bajo).5

Entonces, ¿el espacio público se podría medir más allá de cifras? Si los censos establecen estadísticas, revelan proporciones e interpretan la evolución de la sociedad, el urbanismo constata un retraso. La sociedad muta a otro ritmo y las mujeres tienen que reivindicar el espacio público si no por la fuerza al menos interpelando. Tienen que visibilizarse a fin que se reconozca la diversidad de personas y realidades que formamos parte de los lugares, incorporando las diferentes necesidades y capacidades para poder responder a situaciones y personas reales, y no a estadísticas frías y universalizadoras.6

1. — Ciudad del Deseo.Qué / Quiénes: Nuestra mirada”, ciudaddeldeseo.com
2. — ibid.

3. — Rocca, A. (2020, 4 de enero) Sororidad profesional. Las mujeres también se unen en los espacios de trabajo. La Nación.
4., 5. — ibid.

6. — Muxí Martínez, Z. (2019) Prólogo. Ahora es el momento. Urbanismo feminista, en Urbanismo feminista. Por una transformación radical de los espacios de vida, Virus Editorial.

 

¿Dónde sos libre, dónde sos valiente?,
digitalización de mapeo participativo realizado en la marcha 8M 2019, 2020.
© Ciudad del Deseo

 

Poco a poco se está manifestando un urbanismo feminista [que] se construye desde el diálogo, desde la empatía, desde relaciones sin jerarquías en que se respetan todos los conocimientos.7 Más allá de ser un urbanismo exclusivamente para las mujeres propone una reflexión sobre la inclusión. En él se consideran todos los cuerpos, sin normativizar modelo alguno. Este entiende de manera entretejida los espacios, los tiempos, las necesidades, las oportunidades, los sistemas naturales y a las personas.8 El concepto de “Urbanismo Feminista” parece haberse democratizado y haber llegado a varios discursos; sin embargo, el Col.lectiu Punt 6 nos ofrece una definición muy amplia a través del libro ”Urbanismo feminista, Por una transformación radical de los espacios de vida”. Este colectivo basado en Barcelona se constituye por ocho mujeres originarias de España y de América Latina que experimentaron diversas ciudades como mujeres, pero también como arquitectas, urbanistas o sociólogas. Por su vocación incluyente, el Urbanismo Feminista embarca una multitud de campos: educación, salud, comercio; reorientando la mirada hacia los reales usuarios de la ciudad y de sus espacios. La valoración y visibilización de las experiencias de las mujeres en el uso de la ciudad nos permitirá generar -desde necesidades, dificultades y capacidades diferentes- nuevas incógnitas en las ecuaciones a resolver que son los proyectos urbanos y arquitectónicos. Por lo tanto, si las preguntas que nos hacemos son diferentes, las respuestas lo serán.9

Si es necesario cuestionar el modelo social actual y cambiar la perspectiva de producción espacial, es entonces primordial pensar en nuevos métodos educativos. La misión de Ciudad del Deseo es ante todo de sensibilizar y provocar debates sobre la práctica del espacio público por parte de las mujeres. Lo hace a través de conferencias, de recorridos in situ o de talleres en los cuales se ubican con precisión los casos de discriminación espaciales vividos por las mujeres en Buenos Aires ya que los mapas son una herramienta no sólo para conseguir información sino para generar afinidad, politicidad, reflexión.10 Educar y difundir van de la mano. Por su parte, en México, el estudio de arquitectura Macia Estudio fundado por Leticia Lozano y Mariana Ríos pone la infancia en primer plano de las consideraciones urbanísticas. Privilegiar los juegos urbanos entra en coherencia con la vocación del Urbanismo Feminista en abrir el espacio público a usuarios no considerados hasta la fecha. La percepción espacial de los infantes está todavía en construcción así que es esencial asegurar que nuevas generaciones puedan experimentar el espacio público de otra manera y hacerlo mutar hacía una propuesta más justa e incluyente. Permitir la experimentación espacial es esencial en el desarrollo cognitivo, emocional y social de la niñez: el incremento en la percepción de inseguridad, la aversión al riesgo y la imposición del modelo de ciudad centrado en el automóvil, han transformado las interacciones de varias generaciones con el espacio público.11 En el libro Patios Coeducativos, Col.lectiu Punt 6 insiste en la importancia de momentos en los que los infantes conviven sin la presencia de adultos a fin de construir relaciones fuera del marco social impuesto implícitamente por ellos.

7. — Muxí Martínez, Z. (2019) Prólogo. Ahora es el momento. Urbanismo feminista, en Urbanismo feminista. Por una transformación radical de los espacios de vida, Virus Editorial.
8. — ibid.

9. — Muxí Martínez, Z. (2020) Mujeres, casas y ciudades. Más allá del umbral, DPR.

10. — Rocca, A. (2020, 4 de enero) Sororidad profesional. Las mujeres también se unen en los espacios de trabajo. La Nación.

11. — Lozano, L. (2018) Introducción, en Arquitectura para el juego urbano. Lineamientos para diseñar espacios públicos de juego en la CDMX, Laboratorio para la Ciudad.

 
 

 

dar la palabra: procesos participativos

 

Una de las “aplicaciones” de los principios del Urbanismo Feminista es asegurar el acceso y permitir la apropiación de los espacios a todos los usuarios en los procesos de re-apropiación. No es sólo cuestión de una revolución social en el espacio público, sino también en la relación individual con todo tipo de espacio. Para romper con la división espacial de lo público y lo privado, nuestra estrategia como urbanistas feministas es utilizar la vida cotidiana como herramienta de análisis del tiempo y del espacio, y también como metodología de trabajo, ya que establece una continuidad entre las diferentes actividades del día a día, evidencia la distribución desigual de tareas y responsabilidades según el género y nos permite reflexionar sobre si las diferentes zonas urbanas están adaptadas a las necesidades diarias.12

A fin de replantear los métodos de conceptualización del espacio público, la implicación directa de los usuarios parece ser la forma más evidente de ejercer su “derecho a la ciudad”. Por lo tanto, la participación es una herramienta imprescindible en el urbanismo a la hora de incorporar las experiencias acumuladas en los territorios para completar, alimentar y sustentar las decisiones de planificación, tanto en el ámbito político como de proyectos.13 Involucrar a la gente en las tomas de decisión y en los procesos de creación es esencial, pero representa un desafío. Es necesario visibilizar y apoyar a los movimientos de acción comunitaria ya existentes y surgidos desde las bases, así como fomentar otros nuevos, ya que en la participación pautada y liderada por las instituciones continúa siendo un reto romper dinámicas desiguales de poder, de toma de decisiones y de posesión y acceso al conocimiento y la información.14

 

12. — Col·lectiu Punt 6 (2019) Urbanismo feminista. Por una transformación radical de los espacios de vida, Editorial.
13., 14. — ibid.

Maqueta,
diagrama de la maqueta desarrollada por Comunal: Taller de Arquitectura y TEMAs, boceto digital realizado por LUPA, basado en una foto de Rodrigo Chapa. 2021.
© LUPA

 

En este sentido, Comunal: Taller de Arquitectura, fundado por las arquitectas Mariana Ordóñez Grajales y Jesica Amescua Carrera, aparece como otra referencia importante. Este despacho se puso como misión de colaborar en el mejoramiento de las condiciones de vida y el habitar de las comunidades rurales de nuestro país, así como en el rescate y fortalecimiento de la memoria territorial, a través de procesos participativos integrales que fortalezcan los saberes locales, la autonomía, el intercambio de saberes y la resiliencia, reconociendo siempre a los habitantes como al centro de los procesos y la toma de decisiones.15 El despacho mexicano desarrolló herramientas para hacer de la participación del usuario un ejercicio más accesible. Las arquitectas diseñaron con el despacho TEMAs una maqueta en la que los habitantes pueden configurar su hábitat, conjugando los espacios y decidiendo sus entradas. En este preciso caso, la arquitectura se adapta a las costumbres locales dedicando espacio a hamacas, inspirándose de las proporciones tradicionales. En ciertas comunidades mexicanas, el idioma sigue siendo un obstáculo para considerar la participación; así que el desarrollo de medios alternativos al lenguaje es otro paso para democratizar la práctica arquitectónica. Como en muchos otros ámbitos, la diversidad de opciones es importante para que pueda atenderse a diversidad de situaciones y necesidades. En el caso de la vivienda, no hay una solución de tipología, de tenencia y de conformación urbana única y válida. Deben existir distintas tipologías que puedan adecuarse al ciclo vital de cada agrupación familiar, mediante diferentes formas de tenencia que garanticen el acceso al derecho a la vivienda para todas las personas.16

En un intercambio informal con miembros de la asociación Techo17 (México) se abordó el tema de la necesidad de acompañar la implementación de viviendas de emergencia con la creación de espacios públicos para mantener en pie un sistema socio–espacial existente. En esta ocasión, los miembros de la comunidad fueron solicitados para evocar las necesidades del pueblo en términos de espacios públicos. Se constató que las mujeres eran las primeras en involucrarse tanto en el diagnóstico como en las tomas de decisión y en la realización. Como lo evocamos anteriormente, el espacio público siendo proyectado a través del prisma androcentrista, es coherente constatar que los hombres no necesitan involucrarse en el mejoramiento de un espacio público que los favorece. Las instituciones, también influenciadas por un concepto patriarcal de la sociedad, padecen del mismo desinterés hacia un sistema participativo: en muchas ocasiones, nos hemos encontrado con personal técnico y político que ve la participación como una imposición legal, pero que no valora la experiencia cotidiana de las personas que habitan el territorio; o, peor aún, que la entienden como una herramienta que ralentiza los procesos y obstaculiza las decisiones políticas.18 Así que, ¿la necesaria revolución de los espacios colectivos de las ciudades, a través de un proceso participativo, debería manifestarse fuera del marco institucional?

15. — Comunal: Taller de Arquitectura,Misión, Nuestra Misión”, comunaltaller.com

16. — Col·lectiu Punt 6 (2019) Urbanismo feminista. Por una transformación radical de los espacios de vida, Editorial.

17. — Techo es una asociación dedicada en proporcionar viviendas de emergencia para poblaciones víctimas de sismo o de desastres climáticos o en situación de precariedad extrema. Es presente en diferentes países y fue creada inicialmente en Chile en 1997.

18. — Col·lectiu Punt 6 (2019) Urbanismo feminista. Por una transformación radical de los espacios de vida, Editorial.

 
 

Ilustración de Tonina Matamalas,
presente en el libro Nocturnas. La vida cotidiana de las mujeres que trabajan de noche en el Área Metropolitana de Barcelona. (Barcelona: Col·lectiu Punt 6, 2017) p.32-33
© Tonina Matamalas

 

Lo que revela esta reflexión es el poco valor que se atribuye a la participación así como a las exigencias del pueblo. Es necesario cambiar la perspectiva y dejar de considerar que consultar a la población es un favor y abordarlo como un diálogo equitativo e imprescindible para generar espacios. Existen ejemplos en procesos de investigación-acción participativa en los cuales se compensa monetariamente a las personas participantes, no como una manera de garantizar su implicación, sino como una forma de visibilizar que también ese es un trabajo comunitario al que hay que dedicarle un tiempo y un espacio.19 Col.lectiu Punt 6 recompensó a mujeres por su contribución en el libro Nocturnas. La vida cotidiana de las mujeres que trabajan de noche en el Área Metropolitana de Barcelona. Nocturnas ha aportado el conocimiento que las mujeres que trabajan de noche tienen sobre el área metropolitana y ha generado datos cualitativos muy valiosos que tradicionalmente no se tienen en cuenta en estudios de movilidad.20 Como en el caso de la labor doméstica, se necesita reconocer el valor social y económico de la participación.

19. — Col·lectiu Punt 6 (2019) Urbanismo feminista. Por una transformación radical de los espacios de vida, Editorial.
20. — ibid.

 
 

 

dar herramientas: autoconstrucción

 

La participación ciudadana tiene sus límites así que la autoconstrucción podría aparecer como una solución más directa para reivindicar un espacio propio y adecuado. En el caso del proyecto Producción social de vivienda: Ejercicio I realizado en 2015 por Comunal, los habitantes fueron directamente involucrados en la construcción y el objetivo del proyecto era dar herramientas para que se siga desarrollando por sí sola la comunidad. Se impartieron cinco talleres a fin de capacitar a la comunidad con la técnica constructiva apropiada para el uso del bambú, lo cual aseguraba tres objetivos principales: transferencia de conocimientos, calidad constructiva y replicabilidad.21 El despacho desarrolló también herramientas para “vulgarizar” la complejidad estructural de ciertas tipologías. Para un proyecto de construcción de 20 “casas de parto” en los Altos de Chiapas, se creó una herramienta de diseño participativo intercultural cuyas piezas surgieron del análisis tipológico de la vivienda tradicional y las dimensiones de los solares de las parteras. Es decir, la herramienta surge del entendimiento sociocultural y técnico-constructivo del lugar.22 En este caso, las arquitectas están a disposición de las parteras, respetando los principios espaciales endémicos y facilitando la creación autónoma del espacio.

21. — Comunal: Taller de Arquitectura (2019, 1ero de julio) Producción social de vivienda: Ejercicio I / Pobladores de Tepetzintan + Comunal Taller de Arquitectura, ArchDaily México.

22. — Comunal: Taller de Arquitectura, (2021, 21 de enero) Casa de la partera, [descripción de foto], @comunaltaller, instagram.

 
 

Manual de Autoconstrucción,
ilustración de Ximena Ríos Zertuche, ubicada en Manual de autoconstrucción, [Guía para las familias en la “Reconstrucción Integral del Hábitat en Guendalizaa” Ixtepec, Istmo de Tehuantepec. Oaxaca.] (Ciudad de México: Comunal, 2020), p. 64 - 65
© Ximena Ríos Zertuche

 

El mismo despacho desarrolló en conjunto con Ximena Ríos un Manual de Autoconstrucción en el marco del proyecto de Reconstrucción Integral del Hábitat en Guendaliza'a, en Ixtepec (México). Este documento plantea las bases de una arquitectura autoproducida, dando de manera precisa métodos de construcción accesibles y claros que no requieren recursos importantes. Comunal va en contra de una tendencia hermética que sufrió el mundo de la arquitectura desde hace décadas. Contribuye a recuestionar la profesión de la arquitectura: el diseño participativo plantea un rol distinto para las arquitectas y arquitectos, pasando de ser los autores únicos y poseedores de conocimientos, a ser un facilitador de espacios para la reflexión crítica que acompaña de forma integral [técnica y social] a los habitantes en la toma de decisiones sobre sus territorios.23

Dar accesibilidad al conocimiento, es democratizar la arquitectura y admitir que los conceptos espaciales no deberían ser reivindicados por nadie sino que en libre acceso para todos. Por lo tanto, percibimos con ironía la serie de patentes imaginarios que Rem Koolhaas transcribió en Universal Modernization Patent en la que se adueña de conceptos gráfico-espaciales. Al contrario, el Urbanismo Feminista planteado por Col.lectiu Punt 6, privilegia la apertura de los conocimientos y incite a que los espacios sean realmente democráticos tanto en su apropiación que en su creación.

 

23. — Comunal: Taller de Arquitectura, (2021, 25 de marzo) Diseño participativo, [descripción de foto], @comunaltaller, instagram.

 

Mujer partera armando una maqueta,
maqueta realizada por Comunal: Taller de Arquitectura.
© Comunal

 

El despacho Macia Estudio toca también el tema de la autoconstrucción o más bien de una auto-apropiación espacial. Como lo mencionamos previamente, tiene como hilo conductor la importancia de ofrecer espacios para la infancia ya que son también ciudadanos y representan los actores de la ciudad del mañana. El manual Jugando en Colectivo que las arquitectas desarrollaron en colaboración con el Colectivo Primera Infancia representa una herramienta muy completa, es un compendio de actividades diseñadas para incentivar el juego en los espacios públicos que procura maximizar la experiencia de juego.24 Este documento incita a que gran cantidad de la población se apropie del espacio público, pues Macia Estudio desarrolló también material para las instituciones educativas. De la mano de Lucía Blanco, generaron Arquitectura para el juego urbano, Lineamientos para diseñar espacios públicos de juego en la CDMX, una guía en la cual se dan ejemplos concretos de juegos urbanos que han funcionado en otros territorios, en donde se analizan las necesidades de los pequeños usuarios y se comparten documentos para facilitar la participación de la población.

24. — Lozano, L. y Ríos, M. (2018) Jugando en colectivo, Colectivo Primera Infancia.

 
 

Taller infantil,
apropiación de la plaza Loreto, en Ciudad de México, foto de Laboratorio para la Ciudad, Taller infantil, Ciudad de México, México, ubicada en el libro Arquitectura para el juego urbano. Lineamientos para diseñar espacios públicos de juego en la CDMX, (Ciudad de México: Laboratorio para la Ciudad, 2018), p.114
© Macia Estudio

 

De la misma forma, el colectivo Col.lectiu Punt 6 se dedicó también a proponer materiales editoriales no solamente para plantear las problemáticas actuales en cuestión de urbanismo, sino para proponer acciones que podrían impactar en la manera en la cual se producen los espacios: Movilidad Cotidiana con Perspectiva de Género, Guía metodológica para la planificación y el diseño del sistema de movilidad y transporte. (2021), Entornos habitables. Auditoría de seguridad urbana con perspectiva de género en la vivienda y el entorno. (2017) o Espacios para la vida cotidiana. Auditoría de Calidad Urbana con Perspectiva de Género. (2014).

 
 
 

 

conclusión.

 

Detrás de la denominación “Urbanismo Feminista” se esconde la idea de generar ciudades más incluyentes. Este camino ha sido trazado por mujeres, partiendo de su propia experiencia ciudadana para señalar estrategias espaciales discriminatorias. Nuestras ciudades se han construido sobre los cimientos de las lógicas depredadoras del capitalismo y del patriarcado, lo que nos lleva a posicionarnos en confrontación directa con ellos. Nuestra propuesta de urbanismo feminista no es solo un cambio en la formulación de los proyectos, sino que implica un cambio radical en el sistema de valores que ha estructurado el orden social y simbólico de nuestras ciudades.25

Los talleres y colectivos mencionados en este artículo reivindican nuevas maneras de hacer arquitectura y de generar ciudad. Son precursoras porque son disruptivas; el camino que están escarbando es el primer paso dado para responder a una necesidad: la profesión de arquitecta/o, por los desafíos actuales y futuros que la sociedad va a enfrentar, tendrá forzosamente que evolucionar. Es primordial incorporar a todos los grupos de la población que han sido históricamente relegados –ya sea por su edad, género, orientación o identidad sexual y capacidades físicas— en los procesos de apropiación y creación del espacio. Producir espacios más incluyentes implica también redibujar una sociedad que tome en cuenta cuestiones ecológicas, culturales y socioeconómicas. Preservar modelos socio-espaciales endémicos, educar a la niñez hacia nuevas prácticas espaciales o permitir a la población generar espacios en adecuación con sus necesidades, son algunas de las herramientas para lograr esta meta y detener una tendencia de globalización destructiva.

No existe la prioridad de dar espacio a las mujeres en la actual manera de generar arquitectura cuyo funcionamiento sigue siendo sumamente patriarcal. Sin embargo, es importante que arquitectas y arquitectos trabajemos de la mano en proponer una manera de reorientar la reflexión sobre los procesos de producción espacial. Más allá de involucrar a las mujeres en la creación del espacio, el reto es involucrar a una diversidad de actores para generar una arquitectura en adecuación con una sociedad, sin duda, plural. Una pluralidad en “las” y “los” que producen espacios para satisfacer la pluralidad de “los” y “las” que los reciben.

25. — Blanco, L. Lozano, L. y Ríos, M. (2018) Arquitectura para el juego urbano. Lineamientos para diseñar espacios públicos de juego en la CDMX, Laboratorio para la Ciudad.

 
 

 

equipo editorial.

Romain Roy-Pinot
coordinador del área de investigación

Rocío García Camarero
arq. de restauración y rehabilitación de patrimonio

Aimée Mancilla Porraz
arq. de conservación del patrimonio

Esteban Juárez
estudiante en arquitectura

 

 

créditos foto de portada.

collage realizado por LUPA a partir de una foto de Comunal: Taller de Arquitectura y de mapeo participativo de cuerpo-territorio de Ciudad del Deseo.
© LUPA

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