una cultura al ritmo eclasiastico
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parte 4 de 6
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SIERRA CHINANTECA
crónica de un patrimonio vulnerable
En 2020, en el estado de Oaxaca, 75.5 % de la población es católica, 15.8 % protestante, cristiano evangélico y solo 6.1% declaran no pertenecer a una religión;1 así que la religión se ha logrado imponer en el cotidiano de muchos oaxaqueños y de muchos chinantecos. Para Bernard Bevan, en los pueblos chinantecos, la creación de la iglesia se afirma como el punto de inicio de una lógica urbanística. El explorador se sorprende de que todos los templos se parecen: el único edificio visible desde el otro lado del valle es el templo, con paredes de adobe sin recubrir o revestidos de encaladura que en el tiempo y las constantes lluvias han transformado en un amarillo dorado.2 Los templos instauraron una cierta tipología que se nota en la mayoría de los pueblos chinantecos. Es incongruente porque más parece un granero medieval que un edificio religioso, por encima de las paredes se eleva un techo de paja terminado en punta… majestuoso o impresionante, sólo cuando se le compara con el tamaño de otras construcciones.3 En proporción, los templos se hacen notar pero siguen el lenguaje arquitectónico local: usando materiales de la región y técnicas vernáculas.
1. datos recolectados en el sitioweb: cuentame.inegi.org.mx
2. Bevan, B. (1987) Los Chinantecos y su hábitat. Ciudad de México: Instituto Nacional Indigenista.
3. ibid.
boceto del Templo de Santa María Magdalena, ubicado en el pueblo de Santa María Lovani.
ilustración realizada por el equipo de e c o | estudio de conservación de patrimonios, encargado del proyecto de restauración de los tres templos de Santa María Lovani, San Juan Petlapa y San Pedro Ozumacín.
© e c o | estudio de conservación del patrimonio
En Santa María Lovani, se celebran dos fiestas importantes: el 21 de julio se celebra la Fiesta de Santa María Magdalena y del 29 al 30 de noviembre, la Fiesta de San Andrés Apóstol. En San Pedro Ozumacín, se celebran: la Virgen de Juquila el 7 de diciembre y el santo patrón del pueblo cada 27 de junio. El Sexto Viernes de Cuaresma, se celebra la Virgen de Dolores en honor de la cual se realizan muchos peregrinajes. En todos los pueblos visitados, en ocasión de fiestas, el templo tiene vocación de albergar a todo el pueblo y los invitados de otros municipios, en peregrinaje. Sin embargo, por la importancia del evento, las celebraciones religiosas tienden a extenderse hacía la plaza pública, que se encuentra más o menos amplia según los pueblos. La conservación de los templos parece entonces primordial en el sentido que se volvieron espacios públicos que animan la vida cotidiana. Se volvieron espacios apropiados, así que se han realizado intervenciones por parte de los habitantes como la colocación de pisos. Además, los tres templos visitados tuvieron el mismo destino: ya no quedó nada de sus techos originales, hechos de hoja de palma. En 1996, un incendio destruyó el techo original del templo de San Juan Petlapa, el cual estaba constituido de hojas de palma, el cual era tan alto como el coro. El techo actualmente presente está hecho de cemento y parece datar de 1997. En los otros pueblos, se colocaron techos metálicos. De la misma forma, la arquitectura fue alterada por los rituales sagrados. En el templo de Santa María Lovani, en la parte trasera, un pilar cuenta con marcas de quemadura; en un rincón improvisado en ello, se queman copal e incienso para ceremonias. Los tres templos cuentan con una misma particularidad que va en este mismo sentido de “función integrada”: el agua bendita se ubica dentro de una tina incluida en el diseño del arco principal que sirve de entrada.
foto del Templo de San Juan Bautista, ubicado en el pueblo de San Juan Petlapa.
foto enseñada por el mayordomo del templo de San Juan Petlapa.
© INAH Oaxaca
Ya que el templo tiene un impacto urbano-social muy importante en la vida del pueblo, es común encontrarlas cerca de los demás edificios de vocación pública, formando un conjunto arquitectónico. Se nota también que ciertas funciones que incumben a la práctica religiosa toman lugares en espacios satélites. El templo de San Juan Petlapa es el único de los tres estudiadas que cuenta con un campanario integrado. Este permite, entre otras noticias, al encargado del catecismo indicar que van a empezar las clases. Cuando el equipo de e c o realizó la visita del edificio, el catecismo se tuvo que realizar en un espacio debajo del kiosco ubicado enfrente al templo. Este espacio parece servir de anexo funcional al edificio religioso; en efecto, al lado de ese, se encuentra un rincón ornado de una cruz, como un autel. En el caso del templo de Santa María Lovani, existe también una forma de apéndice arquitectónico. Un campanario –ubicado atrás de ella e inspirado en su estilo arquitectónico— sirve también de bocina para informar a los habitantes de diferentes noticias, en chinanteco. El templo de San Pedro Ozumacín cuenta también con un campanario ubicado al borde del predio del templo. Unas bocinas fueron también colocadas en sus fachadas frontal y posterior. En Santa María Lovani, tuvimos la oportunidad de escuchar los megáfonos —también para alertar nuestra presencia; el sonido dió una atmósfera casi arábica pero el idioma nos pareció casi asiático. Desde los años treinta, Bevan constataba la importancia del ruido en la vida cotidiana. Con frecuencia antes de verlo se escuchan ruidos provenientes del pueblo. Una mujer que golpea algodón; un niño que sopla una concha marina o un cuerno; un topil enviado mensajes con el tambor municipal… y todos estos sonidos recorren kilómetros de distancia a través del aire despejado y húmedo.4 Esta misma importancia de los sonidos se transcribe a través también de la música. Tuvimos la oportunidad de asistir al concierto de niños de Santa María Lovani y San Juan Petlapa. Los alumnos se reúnen para tocar diferentes instrumentos y constituir una banda municipal, siguen clases en edificios públicos, al aire libre aunque techados pero siempre cerca del templo que afirma el corazón del pueblo.