registro y difusión.

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parte 2 de 3

PATRIMONIO CULTURAL, MATERIAL E INMATERIAL
de desafío de identificar, registrar y preservar lo intangible

 

Es labor del propio investigador y de la institución dar a conocer los contenidos, explicar cómo forman parte de su pasado e invitar a que los lean y estimen.1 Las comunidades son las primeras en determinar y beneficiar del reconocimiento de un patrimonio cultural. La cuestión de la accesibilidad y de la visibilidad del patrimonio es fundamental. Teresa Rojas Rabiela se congratula que existan nuevas herramientas para difundir el patrimonio cultural para poder concebir una nueva noción del patrimonio que puede ser más fácilmente apropiable también, no solo por los investigadores que nos dedicamos a esto sino también por los descendientes de los grupos indígenas.2 La investigadora menciona a, por ejemplo, las plataformas digitales como Galica (Francia), Pares (España) o la recién llegada Memórica del Gobierno de México. La Mediateca del INAH representa también una colección impresionante no solo de archivos, libros y venta de periódicos sino materiales orales, musicales y visuales, fotografías, videos.3 Nuevos métodos de registro deben ser establecidos porque el patrimonio cultural se transmite de manera oral de generación en generación. El Laboratorio Nacional de Materiales Orales constituye un medio propicio para guardar y reproducirlos. Como el patrimonio cultural y sus métodos de expresión varían en función de cada región, es importante tener registros a escala local. La asociación ADABI (Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México, A.C.) apoya a las constituciones de catalogación e inventario de los archivos pequeños de los parroquiales y los municipales que son sobre todo para las historias regionales y locales muy importantes.4 Divulgar el patrimonio cultural es también democratizarlo y darle un espacio en nuestra sociedad; lo que es esencial para asegurar su comprensión y conservación.

1. — Velasco Ávila, C.  (2021, 29 de abril) “Patrimonios tangibles e intangibles desde la investigación”. Seminario.

2. — Rojas Rabiela, T.  (2021, 29 de abril) “Patrimonios tangibles e intangibles desde la investigación”. Seminario. 
3. — ibid.
4. — ibid.

 

Si un patrimonio tangible es un elemento vivo, los patrimonios intangibles lo son aún más. Para Cuauhtémoc Velasco Ávila, el peligro consiste en esta tendencia de que una vez definido un monumento como patrimonio cultural, este solo requiere de cuidado para su conservación y presentación pública. Al percibirse ese patrimonio como ente estático solo se requiere una cédula mínima que lo ubique y la investigación que se realiza sobre ese objeto es algo enteramente extravagante e innecesario.5 El patrimonio cultural está constituido de elementos tanto materiales como inmateriales y los métodos de representación, de expresión o de transmisión no determinan una jerarquía entre esos elementos. Sin embargo, su valor es más importante cuando se consideran como un todo, ya que muchos usos y costumbres emplean a la vez acciones, gestos, u oraciones, inmateriales; como utensilios, objetos o artefactos, materiales. La labor de registro implica también un esfuerzo de recontextualización constante. En una forma de la institucionalización, parecería que cada quién quiere tener su declaratoria [...] entonces, no solamente se atomiza el elemento y se descontextualiza [...] sino también se atomiza y se descontextualizan vínculos intercomunitarios que son los que dotan de identidad y son los que también constituyen estos sujetos colectivos.6

5. — Velasco Ávila, C.  (2021, 29 de abril) “Patrimonios tangibles e intangibles desde la investigación”. Seminario.

6. — Castilleja González, A.  (2021, 29 de abril) “Patrimonios tangibles e intangibles desde la investigación”. Seminario. 

 
 

Pescadores de Pátzcuaro,
postal nº25 de una serie de las Ediciones FEMA, s/f.
© FEMA

 

El hecho de registrar va a veces en contra de algunos conceptos no “convencionales”. La antropóloga Aida Castilleja González evoca por ejemplo el caso de la laguna de Pátzcuaro, por unos, ¿de quién es la laguna? pues de la Federación, de CONAPESCA, ¿no? Y, para los otros, ¿de quién es la laguna? pues de Dios o de todos.7 Nos da también el ejemplo de un taller basado sobre una nueva norma de corte de plantas medicinales en la selva purépecha. En el taller, se preguntó a la doctora de la comunidad a quién le pide permiso para recolectar las hojas y ella respondió que le pedía permiso a la planta. Más allá de lo intangible, siguen existiendo principios muy lejanos a las casillas administrativas que nuestra sociedad suele instaurar. Así que, ¿cómo preservar costumbres en el marco administrativo o, incluso, legislativo, sin quitarle su esencia? Tiene que partir del reconocimiento de lógicas culturales en interacciones.8 Por esta razón, registrar un patrimonio cultural debe siempre ser una iniciativa impulsada por los que la siguen generando. Si los procesos de patrimonialización conducen a una forma de organización o reorganización, entonces sí, se puede garantizar la protección en y desde los actores con la coadyuvancia de las instituciones, no al revés.9 Si entendemos que “registrar” el patrimonio cultural es una acción esencial tanto de reconocimiento como de preservación, el carácter vivo del patrimonio está condicionado por los sujetos.

7. — Castilleja González, A.  (2021, 29 de abril) “Patrimonios tangibles e intangibles desde la investigación”. Seminario. 
8. — ibid.
9. — ibid.

 

 

equipo editorial.

Romain Roy-Pinot
coordinador del área de investigación

Rocío García Camarero
arq. de restauración y rehabilitación de patrimonio

Aimée Mancilla Porraz
arq. de conservación del patrimonio

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