LOS ELEFANTES BLANCOS DE RÍO 2016

LAS HUELLAS OLÍMPICAS EN LA SOCIEDAD CARIOCA

autor

Romain Roy-Pinot

serie de 4 artículos

para estudiar el destino socio-arquitectónico de las infraestructuras olímpicas de Río de Janeiro.

 

Desde la creación de su versión moderna, en 1896, las ciudades anfitrionas han considerado los Juegos Olímpicos de hoy en día como una oportunidad para proyectar al mundo una imagen específica de sí mismos.1 Si desde la mitad del siglo XIX, las Exposiciones Universales provocaban un impacto socio-cultural, las Olimpiadas representan hoy una oportunidad única para las ciudades que las organizan. Sea de invierno o de verano, este evento implica muchos proyectos de adecuación o de construcción, tanto arquitectónicos como urbanísticos. A lo largo de más de 32 ediciones estivales y 23 invernales, podemos constatar que los Juegos Olímpicos cambian drásticamente el paisaje urbano y el contexto socio-económico de sus ciudades anfitrionas, para bien o para mal. Estos cambios intervienen antes, en el transcurso y después del evento pero sus consecuencias son difícilmente previsibles.

 
 
 

Juegos Olímpicos de 1968 en México,
serie de fotos de las infraestructuras de México 68: Estadio Olímpico Universitario | Palacio de los Deportes | Estadio Azteca | Ciudad Universitaria, fotos tomadas por la Compañía Mexicana Aerofoto en 1968.
© Fundación ICA.

 

Las Olimpiadas son también una oportunidad de constatar la evolución de nuestras sociedades: el regimen nazi organizando los Juegos de Berlín de 1936, el conflicto Israel-Palestina que costó la vida a once miembros del equipo olímpico israelí durante los Juegos de Múnich de 1972 o el movimiento Black Panthers traído al podium del Estadio Olímpico Universitario de “México 68”. No solamente en la memoria colectiva sino de manera tangible, existen vestigios olímpicos requeridos como arquitectura militar: el recinto olímpico de Sarajevo, construido para las Olimpiadas de 1984, se ha convertido en un auténtico cementerio olímpico. Las guerras en Yugoslavia, que comenzaron en 1991, no lo perdonaron. Algunas instalaciones, como las pistas de trineo y de salto de esquí, se utilizaron como plataformas de lanzamiento de cohetes, mientras que otras se transformaron en búnkeres.2

 

Juegos Olímpicos de 1968 en México,
después de las Olimpiadas de Tokio de 1964, la comunicación visual fue la ocasión para cada ciudad anfitriona de crear un lenguaje gráfico único: México 68 siguió este impulso japonés.
© International Olympic Committee (IOC)

 

1. — Cutieru, A. (2021, 6 de julio) Urbanismo olímpico: más allá de los estadios y parques deportivos. [Arellano, M., trad.] Archdaily México.

2. — Deyrieux C. (2021, 21 de julio) Découvrez ces sites des Jeux olympiques abandonnés après la fin des compétitions. Ouest France.

En el caso de la Ciudad de México, las Olimpiadas jugaron un papel preponderante en el desarrollo urbano. Muchas de sus infraestructuras fueron mantenidas y tuvieron repercusiones positivas en la día a día de la ciudad: la Alberca Olímpica “Francisco Márquez” diseñada por Manuel Rosen Morison, Antonio Recamier Montes y Edmundo Bringas, el Estadio Azteca, por Pedro Ramirez Vázquez, o el Palacio de los Deportes “Juan Escutia” diseñado por Félix Candela. La edición de 1968 generó un nuevo impulso de desarrollo para la Ciudad de México que inauguró su primera línea de metro al año siguiente y reforzó el planeamiento de la Universidad Nacional Autónoma de México en el transcurso de la década que sigue. La Ciudad de México y Río de Janeiro son las únicas ciudades de América Latina que han organizado los Juegos Olímpicos; sin embargo, “1968” y “2016” representan dos épocas muy distintas para dos países de trayectoria similar en términos de desarrollo socio-económico, imponiéndose como dos de las naciones más potentes de América Latina. Nos interesaremos en la propuesta de Río de Janeiro, a fin de entender todo lo que implica la decisión de albergar un evento como las Olimpiadas, cuya organización representa un desafío y una responsabilidad socio-urbanística. Estudiaremos qué queda, cinco años después, del plan de desarrollo arquitectónico y urbano de Río de Janeiro.

 



 

conclusión.

Los elefantes blancos son preocupantes porque son muchas veces obstáculos al desarrollo socio-urbano de las ciudades. ¿Qué hacer con estas ruinas contemporáneas? ¿Los edificios olímpicos tienen intrínsecamente una vocación patrimonial porque albergaron momentos emblemáticos del deporte internacional? Y si sí, ¿la ciudad se convierte en un museo? Hablar de estos mastodontes fantasmales contribuye a sensibilizar sobre sus consecuencias urbanísticas. Como lo abordamos en un artículo sobre la Torre de David, la arquitectura abandonada permanece como la prueba tangible de una falla de estrategia urbanística y representa un dilema político: ¿qué hacer con un edificio olvidado en el tiempo?

Elección de Brisbane,
El 21 de julio de 2021, el presidente del Comité Internacional Olímpico Thomas Bach confirmó la atribución de los Juegos Olímpicos 2032 a Brisbane.
© Toru Hanai/ AFP

 

Los Juegos Olímpicos pueden ser vectores de una aceleración positiva en el desarrollo de las ciudades anfitrionas, con la condición que su planeamiento entre en adecuación con la lógica de crecimiento urbano. En junio del 2019, el COI aprobó propuestas para cambiar el proceso de selección de sedes y creó comisiones que pueden controlar el proceso. Varias ciudades de países en desarrollo que consideraban postularse para los Juegos del 2032 desistieron de hacerlo y Brisbane (Australia) surgió como la favorita, con el visto bueno de muchos miembros del COI.3 Esta nueva política del Comité privilegia las propuestas que aprovechan infraestructuras existentes y limitan la creación de nuevos edificios, cuyo destino no puede ser asegurado. Por esta razón, la candidatura de París para recibir los Juegos Olímpicos de 2024 fue aprobada ya que tiene la ambición de convertir el Pont d’Iéna en una explanada para varias disciplinas, de utilizar el Grand Palais para las competencias de esgrima y de taekwondo y de explotar el parque del Château de Versailles para las competencias de equitación. Se aprovecharán los estadios de otras ciudades para la competencia de fútbol (Bordeaux, Nantes o Lyon), se realizarán las competencias de vela en Marsella y las de surf en Tahití. La construcción del Village Olympique y de nuevas albercas se realizará en las afueras de la capital, en donde hacen falta infraestructuras acuáticas y viviendas para la población. ¿Recibir las Olimpiadas sería entonces, ahora, un privilegio reservado a las ciudades ya significamente desarrolladas?

3. — Eixo Político, (23 de Julio, 2021) Eixo Político entrevista: Eduardo Paes.

 

En el caso de ciudades en desarrollo socio-económico, albergar los Juegos Olímpicos podría ser una oportunidad de planear un desarrollo urbano adecuado, pensado en un lapso más consecuente, ya que el COI suele elegir las ciudades anfitrionas con más anticipación. Sin embargo, lo que nos cuentan estas experiencias urbano-olímpicas sucede en otras ciudades sin la implicación de eventos externos: ¿cuántas ciudades se desarrollan, con prisa, por cuestión de mandatos cortos o por las voluntades de visibilizar rápidamente decisiones políticas? La pregunta real detrás de este texto sería: ¿Cuándo los políticos dejarán de necesitar pretextos —como los Juegos Olímpicos— para planear, a largo plazo, con inteligencia y consultando a la población, las mejores estrategias para sus ciudades?

 

 

equipo editorial.

Romain Roy-Pinot
coordinador del área de investigación

Rocío García Camarero
arq. de restauración y rehabilitación de patrimonio

Aimée Mancilla Porraz
arq. de conservación del patrimonio

 

 

créditos foto de portada.

Estadio de Maracana,
foto del estadio que albergó las ceremonias de Río 2016, tomada en 2017.
© Vanderlei Almeida/Getty Images

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