a escala social.

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parte 3 de 4

ARQUITECTURA VERNÁCULA, libro y exposición.
lo vernáculo, patrimonio arquitectónico

 

La vivienda sigue transcribiendo un cierto estatus social. En el bello libro de Simone Roux ‘La casa en la historia’, ella se pregunta: ‘dime en qué casa vives, cómo te alojas y cómo organizas tu vida íntima y te diré cuáles son tus costumbres, tu desarrollo intelectual y qué rango ocupas en la sociedad.1 La arquitectura vernácula ha sido percibida durante siglos exclusivamente como una respuesta rudimentaria a la necesidad de habitar. No es pues de extrañarse que sólo se hable de casa de paja, distinguiéndose de las construidas en adobe o en cal y canto, señalando que estas últimas distinguen el rango social del habitante y atribuyéndole connotaciones de prestigio y alcurnia.2 Sin embargo, más allá de responder a una función residencial, la arquitectura vernácula representa realmente un patrimonio cultural y se vuelve el vínculo de un legado arquitectónico y de una herencia de “savoir-faire” y de tradiciones que contribuyeron a determinar todas las características de una comunidad. Todos los elementos utilizados para la vida y el desarrollo de los pueblos mesoamericanos [...] muchos agentes externos los han llamado: saberes comunitarios, usos y costumbres, conocimientos populares, conocimientos sociales, y así podríamos enumerar los diferentes calificativos que se constituyen en un lenguaje despectivo histórico cultural, sin embargo, éstos no son simples saberes que abundan dentro de las comunidades, no son saberes estériles, son conocimientos perennes que han perdurado a través de los milenios, esto que llaman saberes han sido puestos a debate, han generado conjeturas, inquietudes e investigaciones para tratar de entender su significado, su origen, su pertinencia y su complejidad. Por todo ello, eso que llaman conocimientos o saberes son “ciencias comunitarias” al servicio de la vida y del desarrollo de los pueblos indígenas.3 Si la arquitectura vernácula es el resultado de un proceso empírico —que no necesita planos, no respeta una precisión exacta y no requiere recursos lujosos tanto de material como de mano de obra calificada— eso implica la transmisión de métodos de construcción. Esta herencia es un vínculo social, una manera de perpetuar tradiciones y de mantener una coherencia arquitectónica.

1. — López Morales, J.F. (1987), Francisco Javier López Morales, Arquitectura Vernácula en México, México: Trillas.
2. — ibid.

3. — Taller Comunal. (2021, 26 de julio). Instagram. Julio, 2021, de Taller Comunal instagram: @comunaltaller

 

ilustración de colocación de techo,
boceto extraído del libro Arquitectura Vernácula en México de Francisco Javier López Morales.
© Francisco Javier López Morales

 

La arquitectura vernácula es a veces también el testimonio del encuentro de diversas influencias socioculturales. Francisco Javier López Morales cuenta la particularidad de la tipología de la vivienda de la “Costa Chica de Guerrero y Oaxaca”. En este caso, la vivienda de planta redonda que se ve en la costa Guerrerense y Oaxaqueña, es precisamente uno de los rasgos de procedencia africana bantú que ha conservado la población negra de la zona y que incluso se ha propagado entre otros grupos indígenas de la región.4 Sin embargo, se conjugó la influencia africana con las tradiciones guerrerenses y oaxaqueñas. Si bien la erección de la techumbre sigue un proceso riguroso, que atiende a los patrones arquitectónicos africanos, la construcción de los muros se ha adaptado a las condiciones locales de la franja costera de Guerrero y Oaxaca, y es muy semejante a las estructuras de las casas de planta rectangular de esta región: horcones y postes de quiebrachi constituyen la estructura portante; un entramado de varas verticales y ramas horizontales forman la “jaulilla” o esqueleto del que, a su vez, se reduce una mezcla de hecha de tierra colorada, zacate y estiércol, que le da mayor adherencia y plasticidad al momento de aplicarlo.5 Como en África, este método de construcción implica la cooperación de toda la comunidad: una vez que se ha concluido perfectamente la construcción de los muros, se procede a la colocación del techo; se invita a los amigos y vecinos a colaborar en esta tarea que se convierte en toda una ceremonia colectiva, ya que se ha preparado un banquete con abundancia de chimisco (al igual que los tarahumaras con el tesgüino y los grupos mayas con el pozol) y todos los familiares y participantes en el proceso de construcción celebran al acontecimiento.6 El proceso de construcción representa entonces una interacción social importante en la construcción de la vivienda como de la comunidad. Al otro lado de la república, en el estado de Coahuila, se instauró una organización social atípica: las casas Kikapú son construidas por mujeres y se consideran propiedades de ellas.7 Así que, a través de la arquitectura vernácula, se establecen también reglas sociales; construir es parte clave de la transmisión de los usos y costumbres de cada comunidad.

4. — López Morales, J.F. (1987), Francisco Javier López Morales, Arquitectura Vernácula en México, México: Trillas.
5. — ibid.
6. — ibid.
7. — ibid.

 

 

equipo editorial.

Romain Roy-Pinot
coordinador del área de investigación

Rocío García Camarero
arq. de restauración y rehabilitación de patrimonio

Aimée Mancilla Porraz
arq. de conservación del patrimonio

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