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parte 2 de 4

ARQUITECTURA VERNÁCULA, libro y exposición.
lo vernáculo, patrimonio arquitectónico

 

Lo que Yona Friedman decía de ciertas formas de asentamientos es que equivalen al caso de la arquitectura vernácula: el asentamiento seguramente viola menos el paisaje que la ciudad, que lo viola tanto estética como ecológicamente.1 La arquitectura vernácula es, a final de cuentas, una cierta prolongación de la naturaleza por el empleo de materiales endémicos y la invocación de formas orgánicas. Y, en este sentido, la intervención humana se reduce a la expresión de formas y volúmenes. En la exposición se nota que las arquitecturas del norte del país se confunden con su entorno desértico, usando un sistema de adobe, erigiendo una estructura con pocas ventanas y sin aristas firmemente definidas. Entre los estados de Chihuahua, Durango y Sonora, en la Sierra Madre Occidental, los tarahumaras se incorporaron de manera aún más extrema al contexto, apropiándose de las cuevas: se distribuyen y solucionan estas estructuras trogloditas, que en ocasiones contaban incluso con un segundo y tercer nivel.2 La naturaleza ya no es solamente inspiración sino base de la arquitectura propia.

1. — Friedman, Y. (2003), L’architecture de survie, une philosophie de la pauvreté, Pont-Audemer: Ed.  L’éclat

2. — López Morales, J.F. (1987), Francisco Javier López Morales, Arquitectura Vernácula en México, México: Trillas.

 

serie de diagramas y fotos,
fotos de páginas del libro Arquitectura Vernácula en México de Francisco Javier López Morales.
© L U P A

 

Sin embargo, de la mano con la arquitectura, muchos paisajes se volvieron irremediablemente “antrópicos”. Se destaca que en el caso de la Ciudad de México –en los tiempos de la Conquista, en la entonces Tenochtitlán– se notaban dos tipos de patrones residenciales en el conjunto urbano: a) las zonas residenciales con chinampas adjuntas, y b) las zonas residenciales sin chinampas.3 Sin embargo, a pesar de ser canales artificiales y en comparación con el desarrollo urbanístico que se operó en el transcurso del siglo XX, las chinampas representan también una cierta extensión de la naturaleza. En otros lugares, donde las condiciones territoriales ofrecen un terreno virgen, las estrategías urbanísticas fueron muy ortogonales y en este sentido poco orgánicas. Sin embargo, de esas tramas regulares que establecieron los españoles, la arquitectura vernácula se desarrolló de manera más aleatoria. Es el caso de Tepoztlán en el cuál Francisco Javier López Morales determina 3 tipos de apropiación de las manzanas que constituyen el trazo urbano del pueblo. Estas tipologías varían en densidad, en alineamiento entre arquitecturas y en aprovechamiento del corazón de la manzana. A pesar de ubicarse dentro de una trama ortogonal, se genera un cierto urbanismo vernáculo, debido a la irregularidad de las arquitecturas y de sus configuraciones.

3. — López Morales, J.F. (1987), Francisco Javier López Morales, Arquitectura Vernácula en México, México: Trillas.

 

Por otro lado, en muchas regiones de la república, la vida se vive afuera ya sea por razones climáticas o por interacciones sociales. Podríamos hablar entonces de un cierto micro-urbanismo vernáculo. En el mismo libro, en el capítulo sobre “La Costa del Golfo de México” y más precisamente en el caso de la Huasteca, constatamos una organización espacial atípica. En vez de hablar de una sola casa, la vivienda es un complejo. Dentro de un mismo predio se encuentran varias entidades separadas, permitiendo la intimidad de diferentes miembros de una misma familia, una conexión particular con el entorno y una posibilidad de expandirse. Se nota la misma estrategia espacial en la arquitectura residencial de la península yucateca: en la actualidad, la unidad residencial se organiza especialmente en el solar urbano integrado por la vivienda misma y lo que Manzanilla y Benavides 4 llaman el contexto funcional, o estructuras asociadas, es decir, zonas de molienda, cocina, lavado, bodegas, almacenamiento de agua en aljibes o chultunes, talleres, basureros, y siempre un lugar para el altar doméstico.5 Estos conjuntos de espacios domésticos llamados “solares” generan para su habitantes una autosuficiencia y ofrece una autonomía social; se ubican dentro de un terreno cuadrado o rectangular, en adecuación con el resto del pueblo. Podríamos pensar que este sistema de “solares” es la consecuencia de la ortogonalidad de un urbanismo establecido después de la conquista e influenciado por el occidente; sin embargo, en sitios arqueológicos como en Cobá se encuentran bardas bajas o albarradas que definen ya al solar doméstico como territorio familiar, del mismo modo en que se hace actualmente.6 En Oaxaca, se constata también un mismo sistema de delimitación de predios pero alrededor de una sola entidad. En ciertos casos, las bardas que se generaron son resultado de la “domesticación” de elementos naturales como cactus, madera o piedras labradas.

4. — Antonio Benavides es un arqueólogo mexicano y maestro en Antropología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia, doctor en Estudios Mesoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México, investigador del INAH desde 1974, actualmente titular del Centro INAH Campeche. | Linda Manzanilla es una arqueóloga, egiptóloga e investigadora mexicana, mimebro del Colegio Nacional y de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, Desde 1997 es profesora de posgrado en antropología de la UNAM y de la licenciatura en arqueología en la ENAH. | Juntos, publicaron un texto “Unidades habitacionales excavadas en Cobá, Q.R.“ en el libro “Arquitectura y Arqueología | Metodologías en la cronología de Yucatán”, Centro de estudios mexicanos y centroamericanos, 1985.

5. — López Morales, J.F. (1987), Francisco Javier López Morales, Arquitectura Vernácula en México, México: Trillas.
6. — ibid.

 

 

equipo editorial.

Romain Roy-Pinot
coordinador del área de investigación

Rocío García Camarero
arq. de restauración y rehabilitación de patrimonio

Aimée Mancilla Porraz
arq. de conservación del patrimonio

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