a escala territorial.

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parte 1 de 4

ARQUITECTURA VERNÁCULA, libro y exposición.
lo vernáculo, patrimonio arquitectónico

 

Es imposible resumir la arquitectura vernácula mexicana a un solo ejemplo. México se extiende en una superficie equivalente a la distancia que separa Portugal de Polonia. Y de la misma forma que en Europa las condiciones de cada país son sumamente diferentes, cada estado mexicano produce una arquitectura en lógica con sus especificidades. Flora, geología, clima, altitud, fronteras, conexión con el mar… todas estas condiciones generaron un abanico de manifestaciones arquitectónicas. Si en el artículo Patrimonio cultural material e inmaterial evocamos la importancia del estudio puntual de los territorios para entender la complejidad de las manifestaciones culturales de los pueblos originarios, sería lo mismo en el caso de la arquitectura vernácula. Las condiciones en la que se construye son en realidad una parte de las explicaciones; construir, de la misma forma que hablar, interactuar o cocinar, es una expresión cultural que nace también del ser humano. Por esta razón, en la exposición “Arquitectura vernácula en México”, ciertas viviendas son calificadas por los materiales que usan (Cabaña de troncos, Durango), por las formas que emplean (Casa de techo cónico, Oaxaca) y en ciertos casos por una cultura que trasmiten (Casa Purépucha, Michoacán). Dentro de una misma región se notan también condiciones muy diversas. Francisco Javier López Morales evoca por ejemplo el estado de Chiapas: desde el punto de vista geomórfico, el territorio chiapaneco es sumamente variado, por lo que ofrece una serie de regiones con grandes contrastes naturales: la planicie costera de sabana, que va de la ciudad de Tonalá hasta la frontera guatemalteca; los grandes bosques del Soconusco; la Sierra Madre, que aísla los valles y depresiones centrales; los parajes fríos y de los altos de Chiapas, donde San Cristóbal se asienta en medio de extensas y pobladas zonas de bosques templados.1

1. — López Morales, J.F. (1987), Francisco Javier López Morales, Arquitectura Vernácula en México, México: Trillas.

 
 

Cabaña de troncos,
arquitectura encontrada en el estado de Durango.
© Jorge González Claverán

Casa de techo cónico,
arquitectura encontrada en el estado de Oaxaca.
© Jorge González Claverán

Casa Purépucha,
arquitectura encontrada en el estado de Michoacán.
© Jorge González Claverán

 

A escala mundial, se puede constatar que las condiciones climáticas son un factor determinante al desarrollo arquitectónico, y con ello, urbanístico y socioeconómico. Yona Friedman evoca la hipótesis de que los asentamientos se expandirán más rápidamente en las regiones donde el clima no requiere refugios complicados que en las regiones con un clima duro.2 Es verdad que los países del Norte cuentan con un clima que exige una arquitectura más resistente y entonces más sofisticada; lo que podría también ser parte de la explicación de una necesidad de desarrollo socioeconómico acelerado. En el caso de México, los climas son variados pero en muchas regiones el calor es la condición más determinante así que se optó por una arquitectura maciza y casi ciega, capaz de mantener un clima estable y fresco. La intemperie, sin embargo, es un factor determinante que, si ayuda a compensar el calor, implica que las viviendas deben concebirse para proteger a sus habitantes y resistir a posibles daños. Sin embargo, los terremotos son también un factor de gran importancia en la estrategía de construcción en ciertas zonas del país. Todas las condiciones anteriores deben conjugarse con los materiales naturalmente a disposición para proponer una respuesta adecuada y eficiente. No obstante, en algunos casos ciertos materiales endémicos no necesariamente responden a las limitaciones de los contextos: en carta del 26 de octubre de 1793, el pueblo de Tlacotalpan envió al fiscal civil un expediente donde se expresaba el hecho que los edificios en este pueblo, en su mayoría, eran en madera, caña, palma y zacate, lo cual produjo varios incendios y por esto, los habitantes empezaron a hacer sus casa en piedra.3

2. — Friedman, Y. (2003), L’architecture de survie, une philosophie de la pauvreté, Pont-Audemer: Ed.  L’éclat

3. — López Morales, J.F. (1987), Francisco Javier López Morales, Arquitectura Vernácula en México, México: Trillas.

ilustración presentada en la exposición Arquitectura Vernácula en México,
© Jorge González Claverán

 

En la exposición “Arquitectura vernácula en México”, podemos constatar que la mayor parte de las viviendas presentadas conjugan varios materiales, ya que la madera es el único elemento apto para constituir tanto muro como techo. Por sus propiedades estructurales, se usan: madera, adobe o piedras, mientras que otros materiales se usan como relleno o acabados tales como: paja, maguey o palma. La mayor parte de los techos se constituyen sobre todo de madera o hojas de palma, ya que una gran parte del territorio mexicano está constituido de bosques, selvas o costas fértiles. Cada morfología responde tanto a las condiciones climáticas del contexto como a las propiedades estructurales de los materiales usados. Se constata el empleo de formas cuadradas, rectangulares, circulares u ovaladas para delimitar los muros, cuando los techos generan volúmenes cónicos, piramidales, en forma de cúpula o de tienda. Si en la exposición la arquitectura vernácula residencial está mostrada como casos arquitectónicos descontextualizados, es importante entender cómo el entorno directo se vuelve vector de una expresión espacial y como la arquitectura tiene repercusiones sobre su contexto.

 

 

equipo editorial.

Romain Roy-Pinot
coordinador del área de investigación

Rocío García Camarero
arq. de restauración y rehabilitación de patrimonio

Aimée Mancilla Porraz
arq. de conservación del patrimonio

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