GENIUS LOCI

CUANDO UN ESPACIO SE VUELVE LUGAR

autor

Romain Roy-Pinot

 

La palabra lugar es fascinante. Como tantos conceptos, es a la vez tangible y confuso… Tiene eso de interesante que nos podemos preguntar “¿qué es un lugar?” al igual que “¿qué es patrimonio?”. Ambos conceptos comparten varios puntos en común. Generalmente, los dos van hacia una misma lógica: son reconocidos por tener un impacto importante en la sociedad y en la cultura. Por lo mismo es que sus definiciones son muy subjetivas ya que su influencia en un contexto, como en cada uno de nosotros suele variar.

 
 
 

Pérgolas de la Alameda.
foto de la Av. Juárez, durante la construcción del edificio la Nacional, s/f.
© Colección Gustavo Casasola

 

definición del lugar.

 

Lugar viene del antiguo castellano logar cuya raíz latín es locālis que significa: local, del lugar.1 Si su etimología se refiere a un contexto físico, la definición de la palabra lugar es muy amplia. Entre otras equivalencias, encontremos: porción de espacio, sitio o paraje, ciudad, villa o aldea, pasaje, texto, autoridad o sentencia de un autor o de un escrito, tiempo, ocasión, oportunidad, puesto, empleo, rango u oficio, sitio que ocupa cada elemento en una serie.2 Podríamos comparar la dificultad de definir “lugar” a la complejidad de determinar los límites de la palabra “espacio”. A espacio nos podemos referir como a un volumen o superficie determinados por límites —sea una arquitectura, una delimitación; al igual que podemos evocar un vacío —sea un intersticio entre dos palabras o hasta un espacio “galáctico”, infinito. El lugar es indeterminado, a veces palpable, a veces delimitado y a veces arquitectónico; pero siempre accesible, sea físicamente o por la mente. Los criterios necesarios para definir un espacio como lugar son muy subjetivos pero tiene más que ver con las percepciones que con factores concretos. Genius loci es un concepto romano. De acuerdo a las creencias romanas antiguas, cada ser independiente tiene su “Genius”, su espíritu guardián. Este espíritu da vida a la gente y a los lugares, los acompaña desde el nacimiento hasta la muerte y determina su carácter o esencia.3 Un lugar tiene incuestionablemente una cierta aura que nos hace calificarlo así; nos lleva y nos conmueve aunque, a menudo, no podemos explicar porque. El lugar tiene espíritu; Genius Loci.

1., 2. — definiciones y etimología establecidas por el Diccionario de la lengua española, de la Real Academia Española (Edición del Tricentenario)dle.rae.es

3. — Norberg-Schulz, C. (1979) Genius loci: Paesaggio, ambiente, architettura. Gruppo Editoriale Electra.

 
 

El Cubo.
foto de la escultura de Juan Luis Díaz, ubicada en en la Cineteca Nacional, 1984.
© Cineteca Nacional

 

diálogos sociales.

 

Un lugar es accesible porque se define por la interacción que instaura con alguien —o algo. Son los espectadores los que hacen los cuadros4 decía Marcel Duchamp acerca de cualquier obra de arte. Podemos transponer esta reflexión a nuestro tema: la interacción entre un espacio y un espectador —o usuario, es determinante para hablar de lugar. Sin nadie para interactuar con ella, una obra no está determinada como tal. Es cuando entramos en diálogo con un espacio, que lo consideramos lugar. Lo que vale por un espacio reducido, vale por un conjunto arquitectónico: ¿la ciudad es un lugar?. Sobre los modernos, Jean Jacques Rousseau decía, desde su perspectiva del siglo de las Luces: la mayoría toma una ciudad por una cité,5 y un burgués por un ciudadano. No saben que las casas hacen la ciudad, sino que los ciudadanos hacen la cité.6 Los lugares forman parte de una idea de “comunidad” más que un espacio definido; aunque con una perspectiva contemporánea lo que llamamos ciudad involucra más y más al ciudadano; es decir a nuestra identidad propia. Los usuarios contribuímos a la calificación de un espacio. Un lugar se nombra, un lugar se ubica; al fin, se ancla en la cultura general y en las memorias colectivas. A veces, le damos un apodo o lo usamos como punto de referencia; así, un lugar suele imponerse como la alegoría de un concepto o resumir todo un contexto. Y, porque tienen la tendencia de volverse más fácilmente lugares, no hablamos de espacios que tienen intrínsecamente una vocación de monumento o de emblema. Es el caso de la Cineteca Nacional Mexicana, que —por su historia, su implantación en el barrio de Xoco, su voluntad de democratizar el cine de autor o históricos…— logra conmover un cierto espíritu sobre todo Coyoacán. Ni museo, ni cine, ni espacio público, ni archivo; ni nada, ni todo. Este conjunto se determina como lugar porque es único; no puede existir en otro contexto espacio-temporal. Un lugar; es la celebración de un instante. Decidimos darle importancia a un espacio más que a otro porque su adecuación con un contexto y una cultura fue oportuna. Y, no hay que negarlo, una cierta magia se opera; un fenómeno que no se puede prever “del todo” y que, por eso, supera a todos los que nos involucramos en la concepción de espacios: políticos, arquitectos, urbanistas…

4. — Duchamp, M. (1957) Le Surréalisme, même, n° 2.

5. — La palabra cité no tiene traducción suficiente pertinente en español. Aunque se podría traducir como “ciudad”, es más cuestión de “comunidad”. Con el contexto de la época de Rousseau, se entiende “cité” como su definición helénica. En la Antigüedad clásica, esta palabra se refiere a una comunidad política cuyos miembros se administraban a sí mismos.

6. — Rousseau J. J., (1762) Du Contrat Social ou Principes du Droit Politique. Edditions Marc-Michel Rey.

 
 
 

Orfanato Municipal de Ámsterdam.
foto de Quentin, hijo del arquitecto Aldo van Eyck.
© Aldo van Eyck Archive

 

creación de un universo.

 

De la misma forma que en el caso del patrimonio, un lugar no es solamente el resultado del esfuerzo de diseñadores. Al contrario, a veces, aunque uno lo busque ocasionar, la conexión no se opera. Obviamente, ciertos factores ayudan a provocar una simbiosis entre un usuario y su contexto. Es una cuestión de perspectiva. Es necesario tener una sana visión de la vida. Entender el concepto que significa caminar, sentarse y tumbarse cómodamente, disfrutar del sol, la sombra, el agua contra el cuerpo, la tierra y todas las sensaciones menores. El bienestar debe ser la base de la arquitectura si se quiere alcanzar la armonía entre el espacio que se crea y lo que en él se va a desarrollar. Resulta simple y muy razonable.7 Cuando nosotros —actores de la ciudad y del espacio— teorizamos y conceptualizamos, nos alejamos más de la esencia a la vez del ser humano y del espacio. El ciudadano como la ciudad son dos organismos; uno es el componente del otro pero ambos trabajan como un conjunto orgánico. Los espacios que entran en correlación con ellos deben acompañar la misma fluidez. Es por esta razón que la fabricación de lugares, es un labor de circunstancias: analizar una potencial adecuación con un contexto socio-económico y cultura, o responder a futuras preocupaciones de la sociedad, al fin de encontrar una adecuación. Concebir un lugar nace más del sentir que de una respuesta puramente funcional. Un espacio nos logra fascinar cuando lo descontextualizamos de las normas que guían inevitablemente nuestros diseños. Cuando cada elemento se vuelve parte de un “todo”, un espacio se transforma en un contexto espacio-temporal positivamente desconectado. De ahí, puede nacer un lugar. Se tendría que diseñar espacios inspirándose de los lugares que nos construyeron como personas.

 

Pensar como ser humano, antes que como arquitecto. La historia nos enseña que los objetos de identificación son propiedades concretas del medio y que la relación humana con ellos se desarrolla básicamente durante la infancia. [Es en esta condición que nos deberíamos proyectar para diseñar lugares.] El niño crece en espacios verdes, cafés, o blancos; camina o juega en arena, tierra, piedra o musgo; bajo un cielo nublado o claro; el escarba o arrastra cosas suaves o pesadas; escucha sonidos como el del viento moviéndose en las hojas de algún árbol específico; y el experimenta calor o frío. De este modo el niño consigue experiencias con el medio y desarrolla un esquema perceptual que le determina todas sus futuras experiencias. El esquema comprende estructuras universales que definen la interrelación con los otros hombres, así como, otras localmente determinadas y culturalmente condicionadas.8 Se escribe una historia entre uno y el espacio que lo ve crecer. El lugar es la escena de descubrimientos personales y de interacciones con el otro. Es por eso que cuando pensamos en un lugar, lo asociamos casi siempre con la gente que contribuye a “hacerlo”. En algunos casos, la primera imagen que nos llega a la mente, cuando pensamos en ciertas arquitecturas, es la de la interacción que establece con su usuario. Es el caso por ejemplo del Orfanato Municipal de Ámsterdam, del Arq. Aldo Van Eyck, construido entre 1955 y 1960, y reformado en 1991. Los niños y sus percepciones son el centro de la reflexión del arquitecto y los espacios recreativos del edificio son los testigos de esa prioridad dada al aspecto lúdico del espacio. Incluso cuando se fotografían vacíos, los espacios de interacción social se leen como moldes para recibir los movimientos de sus ocupantes. La apropiación y la capacidad del espacio a recibirla es la clave para generar un lugar, en provocarla, podemos influir la percepción de un espacio.

7. — Utzon J., (2010) La esencia de la Arquitectura de Jørn Utzon, conversaciones y otros escritos (trad. Puente Rodriguez, M., trad.) Ed. Gustavo Gilli, Barcelona.

8. — Norberg-Schulz, C. (1979) Genius loci: Paesaggio, ambiente, architettura. Gruppo Editoriale Electra.

 
 

conclusión.

 

Entonces, si el ser humano “hace” el lugar; ¿el opuesto se averigua? Un lugar, sus usuarios, su contexto; y obtenemos un monstruo llamado “ciudad”, que se define por tantos otros factores que solamente arquitectónicos —o a lo menos espaciales. Por esta razón es que las ciudades donde nacimos, crecimos, estudiamos, trabajamos constituyen un contexto que, si no nos define, a lo menos nos construye. Cuando una persona quiere decir quién es él, generalmente expresa: "yo soy un neoyorquino" o "soy un romano". Esto quiere decir algo mucho más concreto que decir "soy arquitecto" o quizás: "soy optimista". Entendemos que la identidad humana está en un sentido amplio, en función de lugares y cosas.9 Esta interrelación humano-lugar es lo que genera un cierto cariño hacia un espacio dado. La noción de lugar es la confirmación de que un espacio supo anclarse dentro de un contexto completo. Y, que lo queremos o no, este contexto nos forma y nos define. Es fascinante ver cómo, de manera tan orgánica, cada ciudad se va desarrollando y como tradiciones y costumbres se van creando y manteniendo de generación en generación. Y los lugares son las matrices de esos procesos. En 1960, Lawrence Durrell escribió: Tu tienes que conocer a Europa lentamente, degustando sus vinos, sus quesos, y el carácter de los diferentes países, de esta forma te das cuenta que la determinante fundamental de una cultura, es después de todo, el espíritu del Lugar.10 La noción de lugar implica la constitución de un “todo”; un conjunto de “cosas”. Heidegger indica que en la medida en que cada cosa tiene su lugar, su momento y su duración, nunca hay dos cosas semejantes y, por tanto, la "cosidad" de cada cosa, su carácter de ser esta "cosa" tiene su fundamento en la esencia del espacio y del tiempo.11 Algo se define según los dogmas de nuestra sociedad. Hacemos los lugares y los lugares nos hacen; una cierta reciprocidad que da el ritmo de nuestra evolución.

 

Lugar es una condición. Como lo es un patrimonio. Tienen eso en común que materializan contextos socioculturales dados. Si un espacio se puede inscribir oficialmente como patrimonio, la noción de lugar tiene esta poesía de referirse a un instante; es un lapso patrimonial entre unos usuarios y los espacios que viven. En este sentido, se convierte en varios lugares de manera sucesiva, en tanto que suele tener más “vida temporal” y diferentes usuarios y hasta usos a lo largo del tiempo. Esa multiplicidad de “vidas”, define igual cantidad de lugares. El patrimonio justo tiene sentido, porque es lugar; porque significa. El patrimonio que no es lugar se vuelve residual.

9. — Norberg-Schulz, C. (1979) Genius loci: Paesaggio, ambiente, architettura. Gruppo Editoriale Electra
10. — ibid.

11. — Heidegger, M. (1988) Qu’est-ce qu’une chose ? (Reboul, J. y Taminiaux, J., trad.) Editions Gallimard.

 
 

 

equipo editorial.

Romain Roy-Pinot
coordinador del área de investigación

Rocío García Camarero
arq. de restauración y rehabilitación de patrimonio

Aimée Mancilla Porraz
arq. de conservación del patrimonio

 

 

créditos foto de portada.

Orfanato Municipal de Ámsterdam.

foto de Quentin, hijo del arquitecto Aldo van Eyck.
© Aldo van Eyck Archive

Anterior
Anterior

APLANAR EL MUNDO