APROPACIÓN

 

REPENSAR NUESTRA RELACIÓN CON LA ARQUITECTURA

autor

Romain Roy-Pinot

serie de 5 artículos

para entender la mecánica de los procesos de apropiación espacial.

 

Nuestro interés por el patrimonio pretende entender a los edificios en el tiempo, evolucionando por supuesto, pero perdurando. La clave para que un edificio -cual sea su función- pueda tener una larga vida es su capacidad de adaptación. Por otro lado, pensar ecológicamente ya no es simplemente una cuestión de materiales a priorizar, según su calidad o su origen, la apropiación del edificio y la posibilidad que ofrecerá de evolucionar al mismo ritmo que la sociedad, es un factor determinante para garantizar su conservación y su uso a lo largo del tiempo. Una de las expresiones más "puras" de la apropiación en términos de arquitectura es la de los asentamientos, donde se construyen orgánicamente viviendas informales de arquitectos descalzos1 y estructuras sociales y espaciales establecidas sin arquitectos. Dado que este tipo de arquitectura es una forma natural de apropiación, será fuertemente evocada en el curso de este texto.

 

1. — Drummond, D. (1981) Architectes des favelas, Burdeos: Ed. Dunod.

 

Quinta Monroy.
proyecto de Alejandro Aravena, realizado en Iquique (Chile), en 2003.
© Cristóbal Palmas

 

Como lo habrán tal vez leído en nuestro artículo sobre la Torre de David, la arquitectura es a veces un obstáculo para la libertad de expresión del usuario; pero en otros casos puede ser un punto de partida que proporciona un "marco" perfecto para la apropiación. En este artículo no hablaremos de patrimonio, sino que evocaremos las elecciones que han hecho algunos arquitectos para proponer espacios diseñados para ser apropiados. Y es esta apropiación la que permitirá que los edificios perduren y quizás adquieran un valor patrimonial. La cuestión de la apropiación es también, sin duda, una cuestión de escala. Uno puede apropiarse de un espacio de trabajo, una casa, un mueble... pero es difícil apropiarse, por ejemplo, de un monumento o de una torre de oficinas. En definitiva, es complejo apropiarse de algo que es difícil hacer propio. Ciertamente, podríamos considerar que ciertos espacios públicos pueden ser objeto de apropiación y que la sociedad los hace suyos, pero en nuestro caso, hablaremos de espacios en los que el usuario puede implicarse activamente. Más que una simple apropiación cultural o afectiva, nos interesará el margen que deja el arquitecto para que el usuario pueda contribuir a la arquitectura. De esta responsabilidad otorgada al usuario puede nacer una relación íntima entre el espacio y el ocupante; este vínculo provoca una forma de humanización de la arquitectura que nos anima a conservarla.

 

a leer: TORRE DE DAVID

 





 

conclusión.

 

La apropiación plantea sobre todo la cuestión de la adhesión de una arquitectura a su contexto y a las personas que acoge. Este proceso de implicación del habitante puede darse en diferentes momentos del proceso de diseño arquitectónico. El ocupante puede ser involucrado desde la fase de diseño, y la arquitectura se adapta intrínsecamente a sus necesidades. Al igual que puede intervenir a veces en una fase posterior y su apropiación se produce como un injerto, completando una arquitectura existente. El reto del arquitecto reside en su capacidad de proyectarse, de anticipar a las necesidades de las generaciones futuras que interactúan con su proyecto y, al mismo tiempo, de garantizar que su proyecto responda a las expectativas actuales. Más que la apropiación, la arquitectura debe, para perdurar, mostrar adaptabilidad. Convertir al usuario en actor de la arquitectura es la solución para que se produzca un diálogo entre los espacios y la sociedad; de ahí nace también una forma de patrimonio.

 

 

equipo editorial.

Romain Roy-Pinot
coordinador del área de investigación

Rocío García Camarero
arq. de restauración y rehabilitación de patrimonio

Aimée Mancilla Porraz
arq. de conservación del patrimonio

 

 

créditos foto de portada.

Quinta Monroy.
proyecto de Alejandro Aravena, realizado en Iquique (Chile), en 2003.
© Tadeuz Jalocha

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