lo efímero.
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parte 4 de 4
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MONUMENTAL. Dimensión pública de la escultura 1927—1979.
lo escultórico, historia mexicana
A lo largo de la exposición y de la evolución de la producción artística, los escultores tuvieron la intención de participar de manera activa en la vida urbana, más allá de las galerías y museos.1 Más allá de la construcción de monumentos involucrando esculturas; obras como las Torres Satélite, el Monumento a la Revolución o el Espacio Escultórico se anclan en un lugar, en la memoria colectiva y transcriben nuestra cultura, a un momento dicho de la Historia. Estas obras son la “petrificación” de momentos históricos y de etapas significativas de la humanidad. ¿Cuál es el devenir de estos monumentos? El arquitecto Carlos González Lobo evoca el destino de la Casa Cueva. La artista Helen Escobedo compró la casa e intervino en ella, con una voluntad de destruir.2 Sin embargo, para Adriana Sandoval existe todavía una posibilidad de restaurar la casa ya que la cueva original no fue dinamitada. Este triste evento nos cuestiona sobre el devenir de las obras no clasificadas. El caso recuerda el caso de las Torres Satélite que fueron pintadas –durante un cierto tiempo– de colores distintos a las originales. ¿Cómo asegurar la preservación de las intenciones del artista, cuando su obra tiene una dimensión pública? ¿Que implica la dimensión pública: una obra que pertenece a nadie, una obra que pertenece a todos?
1. — Reyes, P. (2020), I — Geles Cabrera, Monumental. Dimensión pública de la escultura. 1927 – 1979.
2. — Reyes, P. (2020), V —Casa Cueva, Monumental. (Palabras de Adriana Sandoval). Dimensión pública de la escultura. 1927 – 1979.
La voluntad inicial del colectivo que realizó el Espacio Escultórico era de permitir el acceso sin condición de horarios; al final, de entregarlo a quien lo puede experimentar. Mathias Goeritz habla del Espacio Escultórico como uno de los momentos más grandes de la nada.3 Para revelar todas sus capacidades plásticas, la obra depende de su autonomía tanto visual como sonora. La parte paisajística es parte de la obra.4 Sin embargo, la construcción del edificio H –albergando a postgrados de Antropología y de Arqueología de la UNAM– vino afectar a la experiencia. Para Manuel Felguérez, existían dos soluciones o bajar la altura del edificio o bajar en el prestigio de la Universidad.5 De su lado, Pedro Reyes decidió implicarse en la resolución del problema causado por la llegada del edificio. Afortunadamente no estaría solo en esa quijotesca empresa. Mi primera paladín fue Jesusa Rodríguez, quien por muchos años ha defendido Cuicuilco. Fuimos secundados por Eduardo Abaroa, Rafael Lozano Hemmer, Carla Rippey, Anish Kapoor y un gran número de intelectuales, arquitectos y artistas. Tres grandes tlatoanis encabezaron nuestro movimiento: Elena Poniatowska, Francisco Toledo y Teodoro González de León.6
3. — Reyes, P. (2020), VII — Espacio Escultórico, Monumental. Dimensión pública de la escultura. 1927 – 1979.
4. —Reyes, P. (2020), IX — Crimen Cultural, Monumental. Dimensión pública de la escultura. 1927 – 1979.
5. — ibid.
6. — Reyes, P. (2020), I — Geles Cabrera, Monumental. Dimensión pública de la escultura. 1927 – 1979.
La dimensión pública se conjuga con una responsabilidad colectiva. Si una obra escultórica logra inscribirse en la dinámica de la ciudad, en la cultura de todo un país o en las memorias de todo un pueblo; su pertenencia a un patrimonio es indiscutible. La exposición “Monumental. Dimensión Pública de la Escultura. 1927 - 1979” nos confronta a una realidad: el mundo del Arte del siglo pasado se construyó como se construyó la ciudad y que co-dependen uno del otro. Que nos representen o no, que nos conmueven o no, las monumentales obras escultóricas esparcidas en nuestras sociedades son rastros que debemos preservar; y es nuestra misión expresarnos por nuestros métodos para seguir generando más testimonios de nuestras civilizaciones.