reparando heridas: la fachada accidental
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parte 1 de 4
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JARDÍN URBANO
pintando esculturas, esculpiendo murales
Ese trazo de Reforma se sigue percibiendo como una cicatriz permanente1 y la fachada oeste del ex-Hospicio de Santo Tomás de Villanueva es una de sus heridas. Es en realidad una fachada que nunca fue fachada.2 El hospicio contaba con dos patios; uno de ellos fue demolido y se ubicaba donde se encuentra hoy la estación de metro Hidalgo. Por esta razón, el muro que quedó expuesto pasó de ser muro de división a fachada lateral. Es tristemente común encontrar, en las calles de la capital, “muros de colindancias” que —por los temblores, las demoliciones deseadas o las obras en curso— se convirtieron en “nuevas fachadas”. De manera general, los murales son curas para esconder la hemorragia de estas heridas urbanas y para calmar la angustia de ver una gran fachada vacía. En el caso del Museo Kaluz, la proporción de la fachada ciega no es tanto un factor determinante sino la dicotomía plástica que existe entre una fachada barroca, cuidada, de un edificio catalogado —en la Avenida Hidalgo— y una fachada accidentada, dejada expuesta y olvidada —en Paseo de la Reforma. ¿Olvidada? La voluntad de Vicente Rojo fue justo olvidar esta fachada, olvidar el recorte que tuvo que sufrir el edificio como la cuadra, y olvidar que la intención original del arquitecto fue alterada. En este caso, olvidar es integrar; el mural es el resultado de un proceso de incorporación arquitectónica y urbanística de una fachada que nunca existió como tal.
1. — Medina, C. (2019) “Estar donde está el tronco”: Los árboles-letras del mural de Vicente Rojo de Hospedería Santo Tomás de Villanueva y su entorno, varios autores. Investigación de Elena Horz Balbás. Ed. Kaluz.
2. — ibid.
Paseo de Reforma antes de su extensión,
foto de 1963 del cruce entre Paseo de la Reforma, Juárez y Rosales en la que se puede distinguir “el Caballito” (ahora ubicado frente al MUNAL) y a lo lejos la Alameda y la Av. Hidalgo.
© MXCITY
Cada proyecto de restauración es implícitamente guiado por una voluntad de conservar lo que permanece. En el caso del Museo Kaluz, la fachada oeste nunca fue parte del proyecto original y conservarla en su estado “accidental” no hubiera sido de todas formas fiel a la voluntad del arquitecto original –no identificado. Por lo tanto, la obra “Jardín Urbano” representa una solución adecuada que trata de respetar –de manera contemporánea– la lógica del edificio. La materialidad y la composición general del mural entra en coherencia con la fachada principal. Vicente Rojo constituyó el “marco” de diez ventanas que decidió abrir. Esas ventanas dan hacia árboles —representados de manera abstracta— que hacen referencia al contenido de la Colección Kaluz. Esas “ventanas” verticales que componen el mural son también un eco a las reales ventanas que juegan un papel importante en cuestión de composición en la fachada principal del Museo Kaluz como en la fachadas de las arquitecturas de la época. Empecé a hacer bocetos y pensé que más que hacer un mural que cubriera toda la pared, habría que hacer una serie de elementos que recordaran la fachada de lo que va a ser el Museo Kaluz. La manera de lograrlo fue mediante modulaciones o paños verticales.3 Este mural hace que la esquina Hidalgo-Paseo de la Reforma tenga coherencia y permite a la fachada principal obtener una real conexión urbana; ya no se percibe como una fachada flanqueada.