BRUTALISMO ARQUITECTÓNICO EN MÉXICO

DEFINICIÓN Y EVOLUCIÓN DEL BRUTALISMO

autor

Romain Roy-Pinot

 

Brutalismo arquitectónico en México, es una exposición presentada en la sala 1 del Museo de Arte Moderno del 13 de diciembre de 2023 al 7 de abril de 2024. Reúne más de 60 proyectos ubicados principalmente en la Ciudad de México, Guadalajara, Veracruz, Monterrey y Estado de México seleccionados por el curador invitado Axel Arañó.1 Estos proyectos abarcan un periodo de casi siete décadas, desde finales de los años cincuenta hasta la actualidad, aunque como lo veremos más en detalle, se observó un cierto desinterés por el brutalismo en los años 90.

En su introducción, la exposición se toma el tiempo de explicar el orígen del brutalismo, tanto en el mundo como en México a través de definiciones y proyectos emblemáticos. En un segundo momento, evoca a distintos edificios construidos en México para analizar la evolución de la arquitectura brutalista mexicana desde los años 60 hasta los años 90. Por otro lado, la exposición propone estudiar distintos proyectos –tanto del siglo XX como contemporáneos– a través de 4 enfoques; dos relativos a la tipología: la vivienda colectiva y el espacio ceremonial y dos orientados hacia cuestiones formales y plásticas: la retícula desnuda y los prismas escultóricos. La exhibición acaba con un conjunto de dibujos, planos y maquetas de proyectos realizados en las últimas décadas.

 

1. — Axel Arañó es fundador y director del Taller Fragonard que se dedica a la realización de proyectos e investigaciones arquitectónicas; es autor, entre otras publicaciones, de Arquitectura escolar. SEP 90 años (Conaculta, 2011); Arquitectura parlamentaria en México. Dos siglos de recintos para el diálogo (Conaculta, 2010); Dos Capillas, BNKR Arquitectura (Arquine 2012) y  Arquitectura moderna en México (Arquine, Librería Juan O’Gorman, 2007).

 
  1. Embajada de Japón en México, Kenzo Tange, Pedro Ramírez Vázquez y Manuel Rosen Morrison, Ciudad de México, 1974.

  2. Praxis, Agustín Hernández Navarro, Ciudad de México, 1975.

  3. Heroico Colegio Militar, Agustín Hernández Navarro, Ciudad de México, 1975.

  4. Señales, Ángela Gurría, Ciudad de México, 1968.

  5. Fuente de la Hermana Agua, Fernando González Gortázar, Guadalajara, 1970 .

  6. Plaza Fuente, Fernando González Gortázar, Guadalajara, 1979.

  7. Torres de Satélite, Luis Barragán, Mathias Goeritz, Jesús Reyes Ferreira, Naucalpan de Juárez, 1954-1957.

 

Con anterioridad, LUPA dedicó artículos a distintos proyectos presentados en esta exposición tales como la Embajada de Japón en México (Kenzo Tange, Pedro Ramírez Vázquez y Manuel Rosen Morrison, 1974); Praxis (1975) o el Heroico Colegio Militar (1976) diseñados por Agustín Hernández Navarro; las esculturas de la Ruta de la Amistad, y entre ellas Señales (1968) de Ángela Gurría, la Fuente de la Hermana Agua (1970) y la Plaza Fuente (1979) de Fernando González Gortázar; o las Torre de Ciudad Satélite (Luis Barragán, Mathias Goeritz, Jesús Reyes Ferreira, 1954-1957).

Más allá de proponer una simple reseña de la exposición, este artículo tiene vocación de abrir el discurso sobre el brutalismo en general, y particularmente en México. Por un lado, trataremos de entender cómo se define que una obra sea brutalista y estudiaremos sus repercusiones espaciales, plásticas y urbanas. Por otro lado, analizaremos las diferencias que existen entre una interpretación moderna y una apropiación contemporánea de los códigos de lo brutalista.

 

Brutalismo arquitectónico en México,
serie de fotos de la exposición presentada en el Museo de Arte Moderno del 13 de diciembre del 2023 al 7 de abril del 2024.
© LUPA

 
 

 

El brutalismo, ¿una corriente arquitectónica?

 

En el texto introductivo de la exposición, se trata de definir el término de “brutalismo” y de entender si es cuestión de una corriente arquitectónica oficialmente reconocida o simplemente una tendencia. El término New Brutalism -”Nuevo brutalismo” o simplemente “brutalismo” como se usa en México-, nombra un movimiento singular pues no es un estilo o un 'ismo' que surgiera como otros durante el siglo XX en un momento dado y, generalmente, abanderado por un manifiesto.2 Ante la historia -oficial- de la arquitectura, el brutalismo no está reconocido como una corriente; se podría definir como una característica o bien un concepto paraguas3 que cubre proyectos que pertenecen a distintas corrientes oficiales como el futurismo, suprematismo, estridentismo, metabolismo o situacionismo.4

2. — Arañó, A. (2023) texto introductivo de la exposición Brutalismo arquitectónico en México, presentada en el Museo de Arte Moderno.

3., 4. — Balam, O. (2023, 14 de diciembre)
Brutalismo arquitectónico en México en el Museo de Arte Moderno, Arquine.

 
 
 

Villa Göth,
Bengt Edman y Lennart Holm,
Kåbo, Uppsala, Suecia, 1950
© autoría desconocida

 

El origen del término se encuentra en la expresión “Béton Brut”, dada a los concretos toscos que usó Le Corbusier a partir de la posguerra.5 La primera vez que el adjetivo brutalista fue oficialmente usado se debe a Hans Asplund, quien lo empleó para referirse a una casa en Upsala, Suecia, parte del proyecto de la Villa Göth de Edman y Holm6 a inicio de los años 50. En los meses que siguen, el término se popularizó y fue empleado por los miembros del Independent Group y particularmente por Peter Smithson quien lo emplearía en uno de sus proyectos con Alison Smithson, presentado en la revista Architectural Design en 1953. Ese mismo año se publicó el artículo titulado "The New Brutalism", del crítico de arquitectura Reyner Banham en la Architectural Review.7 En el caso de la Villa Göth, lo brutalista se invoca gracias a la materialidad, mientras que en el trabajo de Alison y Peter Smithson, el diseño se distingue por la volumetría más que por el uso de materiales en bruto. Por lo tanto, con los años, se observaron muchas variantes en la definición del brutalismo.

5., 6., 7. — Arañó, A. (2023) texto introductivo de la exposición Brutalismo arquitectónico en México, presentada en el Museo de Arte Moderno.

 
 

Ampliación de la Universidad de Sheffield,
propuesta de Alison y Peter Smithson para el concurso de 1950.
© autoría desconocida

 

La exposición trata de identificar las características por las que se reconoce una obra como brutalista [aunque hayan] evolucionado ligeramente a través del tiempo y tenido diversas interpretaciones.8 Se establecen 5 tipos de características: urbanas, formales, compositivas, programáticas y materiales. Dentro de todo lo que hace de un proyecto una arquitectura brutalista está la integración con el tejido programático de la ciudad, compenetración con la calle y la plaza, sus usos y actividades, [aunque haya una] indiferencia deliberada al contexto urbano estilístico.9 Del aspecto formal y material, se destaca un uso de planos oblicuos [así como una] exaltación de la masividad,10 se destaca el uso recurrente de materiales "en bruto", aparentes, principalmente concreto, aunque también tabique y aplanados rústicos, [evitando] deliberadamente la exaltación de la alta tecnología como el High Tech o la nostalgia por sistemas constructivos artesanales del pasado.11 Por lo tanto, la plasticidad de un proyecto brutalista reside en la explotación de materiales por sus cualidades intrínsecas, sin pretensión estética específica, incluso aludiendo a la estética del objeto encontrado;12 con esta lógica, los materiales no llevan recubrimientos.

A sus inicios, el brutalismo estaba ligado al poder y usado como una herramienta sociopolítica, a través de proyectos como edificios institucionales y conjuntos habitacionales promovidos por los gobiernos del llamado Estado del bienestar, tanto en los países occidentales como en Latinoamérica, India y Japón desde los años sesenta y setenta.13 Con los años, se popularizó en proyectos privados, sin vocación política y muchos preceptos de lo brutalista fueron “añadidos” a arquitecturas que pertenecen a corrientes arquitectónicas reconocidas; sean proyectos modernos, metabolistas, posmodernos etc. El brutalismo no puede ser considerado como un movimiento arquitectónico oficial ya que dialoga con otros discursos; sin embargo, cabe reconocer que es cuestión de una tendencia deliberadamente en contracorriente.

8. — del texto “Características del Brutalismo” de la exposición Brutalismo arquitectónico en México, presentada en el Museo de Arte Moderno
9., 10., 11., 12., 13. – ibid.

 
 

 

El brutalismo mexicano en el siglo XX.

 

Debido a que el brutalismo llegó de manera empírica, sin el respaldo de un manifiesto concreto, es difícil determinar el primer proyecto brutalista mexicano.

Si distintos proyectos modernos empleaban materiales en bruto, muchos trataban de realizar la obra de manera que se privilegiaba la pureza del gesto arquitectónico antes de la brutalidad. El brutalismo -aunque a veces pueda apropiarse de códigos modernos- reivindica la plasticidad tanto del material como de los rastros del proceso de construcción. México se destaca por encontrar en el brutalismo una forma de hacer que la modernidad pueda entrar en relación con su contexto socioeconómico y cultural. Por lo tanto, en México, se expresa de distintas maneras y muchos de los proyectos presentados en la exposición como brutalistas podrían más bien ser interpretados como una relectura de la modernidad. Otra particularidad de México reside también en el uso del color, como en las Torres de Ciudad Satélite, en las esculturas de la Ruta de la Amistad o en los proyectos de Legorreta, como el Hotel Camino Real (1981) ambos presentados en la exposición. Son otros caminos de adecuación de la modernidad a la mexicanidad. En este sentido, el brutalismo también es discutible porque en esos casos la brutalidad del material se ve alterada por la predominancia del color.

 
 

Brutalismo arquitectónico en México,
serie de fotos de la exposición presentada en el Museo de Arte Moderno del 13 de diciembre del 2023 al 7 de abril del 2024.
© LUPA

  1. Mural escultórico de la Facultad de Ingeniería, Federico Silva, Ciudad de México, 1980.

  2. Centro Ceremonial Otomí, Carlos Obregón y Iker Larrauri, Temoaya, Estado de México, 1980.

 

Otro factor importante es la materialidad. En muchos proyectos ubicados en la Ciudad de México, el uso de materiales endémicos como la piedra volcánica nos hace cuestionar sobre la pertinencia de calificar ciertos proyectos de brutalistas ya que podrían ser también tener una reivindicación teórica más cercana al Regionalismo Crítico, que favorece los materiales y técnicas de la zona en el que se construye. En este caso, lo brutalista es probablemente invocado por un juego deconstructivista más que por la materialidad.

También la particularidad del brutalismo mexicano del siglo XX reside en su reinterpretación de la herencia cultural, como en el Mural escultórico de la Facultad de Ingeniería (UNAM, 1980) o Serpientes del Pedregal (UNAM, 1986) ambos diseñados por Federico Silva. Esta reflexión se extiende también a otro ejemplo emblemático de los años 80; el Centro Ceremonial Otomí, diseñado por el arquitecto Carlos Obregón y el antropólogo Iker Larrauri y construido en Temoaya (Estado de México). En este caso, la legitimidad de invocar a este proyecto en la exposición es discutible ya que si su materialidad puede volverlo brutalista, su resolución técnica y su plasticidad resultan principalmente una reinterpretación contemporáneas -por no decir réplica- de técnicas de construcción ancestral.

 

Brutalismo arquitectónico en México,
serie de fotos de la exposición presentada en el Museo de Arte Moderno del 13 de diciembre del 2023 al 7 de abril del 2024.
© LUPA

 

En relación con el tema de la materialidad está el tema de la economía de recursos. En el imaginario colectivo -al menos del siglo XX- los acabados son elementos que transmiten una cierta idea de la arquitectura, en sus aspectos estéticos y socioeconómicos. Los proyectos arquitectónicos -clásicos- del siglo XX no suelen dejar su estructura aparente; en esta lógica, la ausencia de acabados puede percibirse como una falta de recursos; el brutalismo rompió este paradigma, pensando la estructura como un sólo elemento que integra la calidad plástica que la sociedad espera de una arquitectura. Por lo tanto, cabe cuestionarse también sobre la pertinencia de la reivindicación brutalista de ciertos proyectos que en realidad proponen una materialidad bruta que tiene más que ver con una cuestión económica que realmente plástica. Muchos de los proyectos de interés social del siglo XX -mayormente habitacionales- se ven calificados de brutalistas mientras que podrían simplemente aparecer como proyectos de bajo recursos cuya materialidad es el resultado de una rapidez de construcción. De los proyectos presentes en la exposición podemos evocar a la Unidad Habitacional Iztacalco (1973), de Francisco Serrano e Imanol Ordorika, La Patera (1970), de Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky, y la Unidad Habitacional Integración Latinoamericana (1976) de Félix Sánchez y Luis Sánchez. Por lo tanto, ¿cómo distinguir un proyecto brutalista de una arquitectura que trata de ser eficiente en la gestión de recursos?

 
 

Brutalismo arquitectónico en México,
serie de fotos de la exposición presentada en el Museo de Arte Moderno del 13 de diciembre del 2023 al 7 de abril del 2024.
© LUPA

  1. Centro de Tecnología Avanzada para la producción, Óscar Bulnes, Monterrey, 1989.

  2. Macroplaza y Congreso del Estado de Nuevo León, Óscar Bulnes, Monterrey, 1989.

  3. Remodelación del Auditorio Nacional, Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky, Ciudad de México, 1991.

 

El estudio del brutalismo mexicano del siglo XX llega hasta los años 80, ya que como lo mencionamos previamente se ha notado un desinterés internacional hacia el brutalismo en la década siguiente. La llegada del movimiento High Tech impuso una arquitectura diametralmente opuesta a la brutalista en la cual la proeza tecnológica prevalece ante la materialidad de elementos en bruto. Algunos de los proyectos presentados en la exposición del Museo de Arte Moderno son una combinación de elementos high tech con un lenguaje brutalista. Comparten un mismo interés hacia volumetrías que desafían los códigos preestablecidos pero el uso deliberadamente opulento de la estructura suele volver muchos de estos proyectos más High Tech que brutalistas, como por ejemplo el Centro de Tecnología Avanzada para la producción (Monterrey, 1989) y el complejo Macroplaza y Congreso del Estado de Nuevo León (Monterrey, 1985) ambos de Óscar Bulnes o la remodelación del Auditorio Nacional (Ciudad de México, 1991) de Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky. Más allá de las premisas del movimiento High Tech, el brutalismo fue también absorbido por un postmodernismo propulsado desde los años 70 y víctima de la democratización de un deconstructivismo14 con el cual se puede fácilmente confundir.

14. — cabe recordar que en esta década inició la disolución del bloque soviético, esparciendo sus conceptos por todos lados.

 
 
 

 

El brutalismo o la mutación de la arquitectura contemporánea.

 

Como lo mencionamos previamente, se notó un desinterés por el brutalismo en la última década del siglo XX, por distintas razones. En lo que va del siglo XXI, se ha constatado que el brutalismo -o por lo menos, lo que se entiende por brutalismo- se ha vuelto un componente recurrente en la arquitectura contemporánea mexicana. ¿Qué vuelve estas arquitecturas brutalistas?

Ante todo, la materialidad parece ser el factor más importante. El brutalismo “vivido” en el siglo XX parece favorecer deliberadamente a la economía de recursos, en el caso de México, el uso de materiales en bruto nació probablemente de las condiciones socioeconómicas a inicios del siglo XXI, sin embargo, al democratizarse hasta en proyectos de arquitectos y arquitectas de renombre, esta brutalidad se ve reivindicada como una suerte de arquitectura de lujo. En el espectro internacional, la arquitectura contemporánea mexicana podría parecer como el Arte Povera de una influencia duradera de la Modernidad. La ortogonalidad sigue siendo un elemento recurrente -y con ella, la trama, la proporción, la atemporalidad de las formas…- pero se enfrenta a métodos de construcción no tan sofisticados como en otros países del mundo y un acceso limitado a elementos arquitectónicos estandarizados. También la arquitectura contemporánea mexicana se erige en un contexto en el que la artesanía sigue estando fuertemente presente y está también influenciada por una fascinación internacional por las ruinas, en comparación con una arquitectura pulida, intocable e inalcanzable. Por tanto, responde también al interés por estos espacios que necesitan pocas intervenciones o recursos para volverse habitables.

 

Centro de Investigación del Mar de Cortés, Tatiana Bilbao Estudio, Mazatlán, 2021.
© Tonatiuh Armenta

Casa Río, Graciastudio, Tijuana, 2015.
© Onnis Luque

Casa RF, JSa, Temascaltepec, 2018.
© Rafael Gamo

 

La materialidad bruta es otra forma de hacer que resalten las proporciones, que se viven hoy en día como una real plusvalía inmobiliaria. En la percepción actual de la arquitectura, los acabados finos pasaron a segundo plano; en general, prevalece la idea de habitar una arquitectura bien proporcionada con un diseño óptimo y eficiente. En el trabajo de muchos colectivos arquitectónicos actuales, la volumetría se vuelve un elemento fundamental de la contemporaneidad de un proyecto, como en ciertos proyectos presentes en la exposición tales como: la Casa AV (Xalapa, 2023) de Rafael Pardo, el Centro de Investigación del Mar de Cortés (Mazatlán, 2021) de Tatiana Bilbao Estudio, la Casa Río (Tijuana, 2015) de Graciastudio o la Casa RF (Temascaltepec, 2018) de JSa. En estos casos, la materialidad tiende a desaparecer y la nueva norma parece ser la brutalidad del material, percibida como una nueva neutralidad, en contradicción con el cubo blanco moderno. Este entendimiento de los volúmenes es entonces una manera de enfocarse en la pureza de la forma, volviendo la arquitectura contemporánea aún más depurada.

 

Colegio María Montessori, Estudio Macías Peredo, Mazatlán, 2016.
© Onnis Luque

Edificio Casa Tejada, Estudio Macías Peredo, Guadalajara, 2021.
© César Béjar

 

En otros casos, la brutalidad de un proyecto responde a las posibilidades de los adquirentes y financiadores de un proyecto arquitectónico. Podemos pensar en el trabajo del Taller Comunal -no mencionado en la exposición- que construye espacios en zonas con pocos recursos económicos a través de materiales accesibles y métodos de construcción al alcance de un amplio público. En proyectos con presupuestos mayores, existe también un interés por darle valor a materiales económicos, como en el Colegio María Montessori (Mazatlán, 2016) o el Edificio Casa Tejada (Guadalajara, 2021) ambos diseñados por el Estudio Macías Peredo, que concierten ladrillos comunes en patrones, volviendo un simple muro de tabique en una composición que nos hace olvidar el material original.

 

Real de los Reyes, Miguel de la Torre, Ciudad de México, 2022.
© Rafael Gamo

Casa estudio de Pedro Reyes, Pedro Reyes y Mauricio Ceballos X Architects, Ciudad de México, 2018.
© Angelica Ibarra

Reforma 27, Taller de Arquitectura X, Ciudad de México, 2021.
© Yoshihiro Koitani

Casa Lagos del Sol, Studio Francisco y Elías-Elías Group, Cancún, 2017.
© Guillermo de la Maza

 

Por otro lado, se ha constatado una evolución en la manera de trabajar con los materiales que aleja a la arquitectura contemporánea de la intención brutalista de la materialidad propia e inalterada. Sí el concreto sigue siendo el material de predilección de una suerte de brutalismo, su esencia se encuentra alterada en varios proyectos presentados -como brutalistas- en la exposición. Como lo vimos anteriormente, el uso del color se aleja de la idea de dejar la materialidad bruta. Se observa también en proyectos arquitectónicos contemporáneos presentes en la exposición como la torre Reforma 27 (Ciudad de México, 2021) de Taller de Arquitectura X o el proyecto Real de los Reyes (Ciudad de México, 2022) de Miguel de la Torre. La materialidad se encuentra también « moldeada » en distintos proyectos tales como la Casa Lagos del Sol (Cancún, 2017) de Studio Francisco y Elías-Elías Group cuya fachada lateral vuelve el concreto origamico dándole un discurso distinto o la Casa estudio de Pedro Reyes que diseñó en colaboración con Mauricio Ceballos X Architects que; por sus detalles en fachada aleja el proyecto de la idea brutalista de una masividad en la volumetrìa.

 

Foro Monterrey, Agustín Landa Vértiz, Monterrey, 2004.
foto de la exposición © LUPA

Edificio DL1310, Young & Ayata + Michan Architecture, Ciudad de México, 2020.
© Alexandra Bové + foto de la exposición © LUPA

 

Sin embargo, los proyectos mencionados tal vez más alejado de la idea de brutalismo -como lo integra el imaginario colectivo- son el proyecto del Foro Monterrey (Monterrey, 2004) de Agustín Landa Vértiz y el Edificio DL1310 (Ciudad de México, 2020) de Young & Ayata + Michan Architecture. En el primero, la geometría general habla de un desafío estructural, que contrasta con la masividad habitual del brutalismo, proponiendo una suerte de origami de concreto simétrico y afilado. El segundo ejemplo propone un volumen tosco, con un concreto en bruto que podría afirmarse como brutalista; sin embargo, contiene detalles en esquinas que lo alejan del gesto franco que uno espera de un edificio brutalista. En las comisuras de las ventanas, el concreto se vuelve blando y curvo, en contradicción con el resto. En la exposición, se encuentra el molde que permitió dibujar esas esquinas; parece de fibra de vidrio e imita a cimbras de madera, lo cual también lo aleja de la idea de un edificio como rastros de sus procesos de construcción reales, como es el caso de los edificios brutalistas del siglo XX. Por lo tanto, podríamos cuestionar la brutalidad de estos proyectos cuya resolución técnica ayuda al logro de un desafío tecnológico, como es el caso en una visión high tech de la arquitectura.

Cabe mencionar que al igual que el brutalismo, la “arquitectura contemporánea” no adquirió todavía un adjetivo claro; la seguimos llamando “contemporánea” hasta que se inscribe en la historia bajo otro nombre. Por lo tanto aunque se esté promulgando el término de "neobrutalismo" para evocar a la arquitectura mexicana contemporánea es delicado invitar a proyectos contemporáneos a ser parte de una corriente tan poca oficial que el brutalismo.

 
 

 

conclusión.

 

El brutalismo trasciende sus propias características ya que abarca proyectos influenciados por distintos estilos arquitectónicos. No está reconocido oficialmente como una corriente así que podría considerarse como una característica a la vez espacial, urbana pero ante todo plástica ya que gran parte de su distinción está transmitida por su materialidad.

La afirmación o determinación de las características, el marco teórico y principales exponentes de una corriente arquitectónica tienen necesariamente que inscribirse y asentarse por el paso del tiempo, con la distancia suficiente para el estudio de su contexto sociocultural e histórico. Al basarnos en la selección de obras de la exposición, el brutalismo sigue influenciando hasta la arquitectura contemporánea. Por lo tanto, ni el brutalismo ni la arquitectura contemporánea pueden todavía definirse como tal. Además, con todas las posibilidades técnicas que tienen los arquitectos y las arquitectas actuales, es lícito preguntarnos si es todavía relevante encasillar los proyectos contemporáneos en movimientos realmente definidos y excluyentes.

Muchos proyectos actuales invocan a la materialidad bruta, sea por las capacidades técnicas o como una real intención plástica. Ya que esta materialidad sigue siendo la condición esencial para determinar la brutalidad de un espacio, nos podríamos preguntar si el brutalismo no sería en realidad una variante más del propio movimiento moderno. Más allá del caso de México, se observó un real interés en el brutalismo en América Latina, como en proyectos concretos como el Edificio de la Cepal (Santiago de Chile, 1966) de Emilio Duhart, la Biblioteca Nacional Mariano Moreno (Buenos Aires, 1962-1971) de A. Cazzaniga, F. Bullrich, C. Testa, la Escuela de Arte de Cuba (La Habana, 1961) de R. Porro, V. Garatti y R. Gottardi o en general en la obra de Lina Bo Bardi, de João Filgueiras Lima o de Clorindo Testa. Por lo tanto, por su adecuación con el contexto socioeconómico y cultural latinoamericano, nos podríamos preguntar si el brutalismo sería el denominador común de una reinterpretación de la Modernidad en América Latina.

 
 

 

equipo editorial.

Romain Roy-Pinot
coordinador del área de investigación

Rocío García Camarero
arq. de restauración y rehabilitación de patrimonio

Aimée Mancilla Porraz
arq. de conservación del patrimonio

 

 

Brutalismo arquitectónico en México,
serie de fotos de la exposición presentada en el Museo de Arte Moderno del 13 de diciembre del 2023 al 7 de abril del 2024.
© LUPA

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