Vivimos insertos en el paso del tiempo. Su aparente direccionalidad, determinada por eventos únicos que nos conducen en un flujo secuencial, progresivo y lineal, se entrelaza sin embargo con los ciclos de la naturaleza y el cosmos. Los estados fundamentales de las ideas y las cosas son inmanentes al tiempo, si bien se definen y distinguen geográfica, política y culturalmente, son indefinidamente recurrentes.